Carlos Osoro, un cardenal cercano y dialogante que rechaza los extremos
Quienes le han tratado personalmente coinciden en destacar su carácter dialogante, alejado de los extremismos
«Alejado» del mundo de la política pero abierto a hablar con todos y allí donde le «dejen entrar», el nuevo cardenal Carlos Osoro (Castañeda, Santander, 1945) es un prelado abierto y dialogante, que trata de ejercer su mandato «para todos» y que se ha implicado en causas sociales como la de los refugiados.
Arzobispo de Madrid desde octubre de 2014, Osoro ha destacado en los últimos tiempos por defender la cercanía de la Iglesia a las familias en un momento marcado por la crisis económica, así como la necesidad de «humanizar» la situación de los inmigrantes para garantizar que todos los que tengan que abandonar su tierra natal no se sientan extranjeros en otros lugares, sino «hermanos».
Quienes le han tratado personalmente coinciden en destacar su carácter dialogante, alejado de los extremismos.
Una impronta que ha lucido en Madrid y que dejó como arzobispo de Valencia durante cinco años en los que mostró un marcado perfil de hombre próximo, que no elude cuestiones delicadas sobre los problemas que en los últimos tiempos han afectado a la Iglesia, y abierto en sus comparecencias públicas.
De trato sencillo, carismático pero de talante humilde, sus ruedas de prensa en Valencia concluían de forma habitual entre cafés o refrescos que él mismo había servido.
Nunca ha pasado desapercibido su parecido físico con el Papa Francisco, especialmente desde que el nuevo pontífice accediese al sillón de Pedro, ni tampoco su esfuerzo por presentarse a la sociedad civil como hombre sencillo y comunicativo.
Osoro se ha mostrado muy crítico con quienes defienden el aborto –la «cultura de la muerte», según afirma– y ha defendido, como hizo el Papa en su última pastoral, la necesidad de que la mujer adopte un papel más importante en el seno de la Iglesia, aunque no dentro de la jerarquía porque a su juicio «no podemos medir las cosas siempre por el poder, el Papa nos da la vuelta, se trata del servicio, la entrega, el dar la vida».
Formado en los seminarios para vocaciones tardías de Salamanca, Osoro fue ordenado sacerdote en 1973 en Santander y su primer destino pastoral fue en la parroquia de la Asunción de Torrelavega (Cantabria).
Profesor de instituto y de la Escuela Universitaria de Formación del Profesorado de la Universidad de Cantabria, fue vicario general de la Diócesis (1976-1994), en 1993 fue nombrado canónigo de la catedral de Santander y en 1994 presidente del Cabildo catedralicio.
Ejerció la docencia como profesor de Pastoral y Sacramentos en el seminario de Santander, del que fue rector.
El 27 de diciembre de 1997 Juan Pablo II le nombró obispo de la diócesis de Orense, en sustitución de José Diéguez Reboredo, sede en la que permaneció hasta enero de 2002, cuando fue nombrado arzobispo de la archidiócesis de Oviedo.
Tras siete años al frente de la archidiócesis de Oviedo, el 8 de enero de 2009 fue nombrado, por Benedicto XVI, arzobispo de Valencia en sustitución del cardenal Agustín García-Gasco, quien presentó la renuncia por razones de edad. El 18 de abril de 2009 tomó posesión de su nueva sede.
El 12 de marzo de 2014 fue elegido vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española para un periodo de tres años en sustitución de Ricardo Blázquez, elegido presidente.
Colaborador habitual en la sección religiosa del Diario Montañés, Carlos Osoro es autor de varias publicaciones, entre ellas, De dos en dos (1983); A la Iglesia que amo (1989); Cartas desde la fe (1995); Siguiendo las huellas de Pedro Poveda: sacerdotes en la entraña de nuestra cultura (2002); Ahí tienes a tu madre (2005) y Desde Asturias a los niños: para leer en familia (2007).