Benedicto XVI, en Arezzo: Hace falta una renovación ética - Alfa y Omega

Benedicto XVI, en Arezzo: Hace falta una renovación ética

«Pidamos a Dios fortaleza moral para reaccionar a la tentación del desánimo y renovar con decisión la vida espiritual y moral, que es la única que puede llevarnos a una auténtica mejoría de la vida social y civil»: en esta frase, se podría resumir el mensaje que el Papa Benedicto XVI ha lanzado, en estos momentos de dura crisis, aprovechando su Visita apostólica a Arezzo y Sansepolcro, en el centro de Italia

Redacción
Benedicto XVI es recibido en Arezzo por jóvenes vestidos a la usanza medieval.

Todo el colorido sugestivo de las más nobles y antiguas tradiciones de la vieja Italia ha acogido, el pasado fin de semana, al Papa Benedicto XVI en Arezzo y Sansepolcro. Tenía en programa también la visita al santuario de La Verna, en las montañas de los Apeninos, pero el mal tiempo le impidió visitarlo. En los frescos de la Leyenda de la Vera Cruz, las paredes y los edificios que imaginan Jerusalén son en realidad los de la vieja ciudad de Arezzo, la tierra de Piero della Francesca. En aquella ciudad, el Papa ha recordado el perenne compromiso de la Iglesia para «construir la ciudad del hombre a imagen de la Ciudad de Dios».

En los cuatro textos que llevaba preparados hay un leitmotiv común: la invitación del Pontífice, muy especialmente a los jóvenes, para que se comprometan en lo político y lo social contra el desánimo y desconfianza que dominan hoy en Europa; y para que contribuyan «al nacimiento de una nueva ética pública». Apelando a la consolidada tradición humanista de las ciudades que visitaba, Benedicto XVI ha animado a todos a reanudar con decisión el camino de una renovación moral, único capaz de mejorar la vida social y civil. En el prado que hay detrás de la catedral de Arezzo, celebró la Eucaristía, en la que participó el presidente del Consejo de Ministros Italiano, Mario Monti, con su esposa. Resulta llamativo que, en los cinco meses últimos, el Papa y Monti se han encontrado seis veces. Allí, el Pontífice ha reclamado, «en esta tierra toscana donde nacieron grandes personalidades del Renacimiento, desde Petrarca a Vasari, el retorno a los fundamentos de la cultura italiana y europea».

El Papa, en la concatedral de Sansepolcro.

Más allá de la lógica materialista

«La atención a los demás —recordó Benedicto XVI— ha movido a la Iglesia, desde hace siglos, a hacerse solidaria concretamente con los necesitados, compartiendo los recursos y promoviendo estilos de vida más esenciales, haciendo frente a la cultura de lo efímero, que ha engañado a tantos y ha determinado una profunda crisis espiritual».

El Santo Padre ha animado a «superar la lógica puramente materialista que caracteriza nuestro tiempo, y termina por nublar el sentido mismo de la solidaridad y de la caridad». No se le olvidaron al Papa los emigrantes, y recordó que la acogida, que hasta hace poco se ha sabido brindar a cuantos han venido en busca de libertad y de trabajo, debe seguir. Ser solidario con los pobres es reconocer el proyecto de Dios creador, que ha hecho de todos una sola familia. Y explicó el Pontífice que atender a los últimos y a los más necesitados significa, sobre todo, defender la vida y la familia.

Un momento del encuentro de Arezzo.

Una nueva ética pública

En Sansepolcro, ciudad que nació hace mil años del proyecto teológico de dos peregrinos que querían «construir una ciudad a imagen de Jerusalén», el Papa recordó al economista recientemente beatificado Giuseppe Toniolo, y pidió, «a los laicos más lúcidos», que presten su servicio público, más allá del interés privado y de las visiones parciales, porque el bien común cuenta más que el bien de cada uno; y corresponde también a los cristianos contribuir al nacimiento de una nueva ética pública.

Dice la tradición que, en el santuario de La Verna, san Francisco de Asís recibió los estigmas de la Pasión del Señor. El Papa quería acercarse a este santuario, en plenos Apeninos, para rezar, pero el mal tiempo se lo impidió. En el discurso que iba a pronunciar allí se lee: «No basta declararse cristianos para ser cristianos, hace falta identificarse con Jesús». Merecen especial atención las palabras dirigidas a los jóvenes durante esta visita del Papa al corazón de Italia: «Pensad en grande, tened la valentía de atreveros. Estad dispuestos a dar un nuevo sabor a toda la sociedad civil con la sal de la honradez y del altruismo desinteresado. Es necesario reencontrar sólidas motivaciones para servir al bien de los ciudadanos». En una palabra, los católicos deben estar presentes y ser emprendedores y coherentes.

En todo momento, el Papa ha expresado su gozo «por poder partir el pan de la palabra de Dios y de la Eucaristía con los miembros de una antigua y venerable Iglesia», con un fuerte sentido de la libertad, a la que, una vez más, ha recordado que «la liberación del pecado y de sus consecuencias no es iniciativa nuestra, sino de Dios». Esta tierra bendecida por Dios -concluyó Benedicto XVI- «ha tenido parte activa en la afirmación de aquella concepción del hombre que ha incidido de manera indeleble en la Historia de Europa sobre la base de los valores cristianos». Esta perspectiva sigue siendo válida hoy, quizás más válida que nunca.