Es difícil que el ser humano se sienta totalmente satisfecho. Siempre alberga en su interior una especie de insuficiencia que le hace sufrir, por una parte, pero, por otra, buscar irremediablemente esa plenitud. Quizá esa felicidad no esté tan lejana como pueda parecer. Para los que creemos en Dios, sabemos que sólo Él puede dárnosla, y para los que no, es posible que puedan dejar un resquicio a la posibilidad de que exista y de que además les ame.
Tanto si piensas que has encontrado a Dios, como si estás inquieto porque no acabas de ser feliz y de encontrar un sentido a tu existencia, quisiera contarte algo que espero te sirva. Cansados de demasiadas palabras que suenan bien, pero un poco vacías en algunas ocasiones, la Renovación Carismática Católica en España te ofrece un Seminario de Vida en el Espíritu en Radio María, donde habrá testimonios de personas que hablan no de lo que han aprendido, sino de lo que viven.
Porque Dios nos ama con un amor personal que nos cimienta y nos da estabilidad. Porque, aunque el pecado como alejamiento de Dios es una realidad que se advierte en sus consecuencias, sabemos que no tiene la última palabra. Porque Jesucristo ha cargado con nuestros pecados, dolencias, heridas, cansancios, limitaciones y la Cruz se eleva y levanta al mundo, la Cruz que nos salva y en sus heridas hemos sido curados. Claro está que, para acoger esta salvación de Jesucristo, necesitamos fe. La fe es la adhesión a Jesús. Y esto desde luego supone un cambio, una conversión. La rutina de nuestra vida se convierte en gozo y en alegría al encontrar a Jesús, y ahí encontramos la felicidad cuando dejamos de ser el centro para dejar a Jesús ser lo que es, el Señor. Además, Jesús nos promete al Espíritu Santo y nos lo envía. La tercera persona de la Trinidad nos ilumina y realiza la obra del amor en nosotros. Y porque el Espíritu Santo es Dios, nos llena de sus dones y carismas.
Acostumbrados en muchas ocasiones a vivir una vida cristiana un tanto mediocre, el Espíritu de Dios nos impulsa de forma nueva recordándonos el poder de Dios. Porque Dios es Dios, y por ello es Poderoso, y nada es imposible para Él. ¡Podemos experimentar al Espíritu de Dios! Es como el viento que arrasa nuestras inmundicias, al que no podemos coger, pero sí sentir. Es como el fuego que abrasa, quema y transforma poniendo en nosotros un dinamismo de crecimiento y de vida. Es como el agua que fecunda haciéndolo todo nuevo. Porque «lo que nace de la carne, carne es; pero lo que nace del Espíritu, es espíritu». Es hora de dejar nuestros miedos a un lado para nacer del Espíritu que nos lleva a vivir en comunidad. Esto es lo que te presenta el Seminario y que puedes no sólo escuchar, sino, ante todo, vivir. No te conformes con una vida rutinaria, atrévete a entrar en las profundidades de Dios y a descubrir al Dios que vive en ti y que es el único que puede darte la plenitud que tu corazón desea.
Inmaculada Moreno