¿Aplicar el marketing en la Iglesia? Sí (y se debe)
El congreso REinspira de marketing religioso se pone en marcha «para llegar mejor a los alejados»
«El marketing no es una herramienta para vender, es una herramienta para satisfacer las necesidades que ya tiene la gente: su anhelo de trascendencia, su necesidad de la misericordia de Dios… Aplicado a la Iglesia supone buscar una relación –no una vender nada, ni una mera comunicación– con un público que nos conoce y que tristemente ya no nos quiere conocer»: lo afirma el experto en marketing Carlos Luna, director de REinsipra, el primer Congreso internacional de marketing religioso, que organizan los laicos dominicos los días 21 y 22 de abril en el CaixaForum de Madrid, y que se ha presentado este viernes en la capital.
Para alcanzar este objetivo, «la experiencia de las nuevas marcas nos puede ayudar a volver a conectar con la gente y con los alejados que ya no pisan la Iglesia. Y se puede hacer sin perder nuestra esencia, porque la fe es un don. ¡Pero tenemos que ponérselo fácil al Espíritu Santo!».
En el Congreso, expertos de marketing, publicidad y comunicación procedentes del mundo de la empresa compartirán sus experiencias y conocimientos sobre distintas áreas del marketing y cómo la religión puede hacer uso de ellas para acercarse a la sociedad en el siglo XXI.
Como afirmó en la presentación Alejandro Fernández de las Peñas, de la Fundación La Caixa, la principal resistencia para la incorporación de las estrategias de marketing a la vida de la Iglesia está en que «el marketing tiene mala fama, porque creemos que sirve para manipular o engañar, o porque creemos que nos van a crear una necesidad que no existe». Sin embargo, «el marketing ya se está aplicando con éxito en la Iglesia en ámbitos como el patrimonio material (Las Edades del Hombre) o inmaterial (el Camino de Santiago), el desarrollo social (las campañas de Cáritas o Manos Unidas, por ejemplo) o en el ámbito educativo (la experiencia de Escuelas Católicas)».
Así, «el marketing es una herramienta más de la que se pueden valer los católicos para satisfacer esa necesidad de trascendencia y despertar el interés de un público seducido por otros tonos de comunicación y otros productos. Necesitamos abrir los ojos a nuevos terrenos creativos. Necesitamos una nueva forma de inculturación en la sociedad del siglo XXI, para poder ofrecer a todos el mejor producto de la historia», explica Carlos Luna.
Programa e inscripciones en la web www.marketingreligioso.com