Desde hace ya ocho años nuestra diócesis de Toledo organiza unas jornadas de pastoral en las que participamos todas las parroquias. Este año giran en torno a la familia, lugar donde mejor se lleva a la práctica el mandamiento del amor, ya que es la que devuelve a la sociedad el amor de Dios.
En esas jornadas descubrimos muchas experiencias diocesanas: a un grupo de mujeres (Ain Karem) que, con sensibilidad propia, reclaman su derecho a sentir «con alma de mujer» la cercanía del Amor que proyecta sus vivencias hacia la transcendencia. Algunas de ellas, desde el dolor y el sufrimiento tras la ruptura matrimonial (grupo Santa Teresa), reclaman su derecho a sentirse como familia plena y nos transmiten cómo la oración las ha hecho fuertes y cómo han sentido el abrazo amoroso de la Iglesia.
Conocemos otras propuestas que buscan fortalecer, como una roca, a la familia y el matrimonio, que no es cosa de tres, como algunas veces oímos decir, es solo cosa de dos, pues a Dios lo encontramos en el otro. El otro no es el cielo, te conduce hacia él. Nos recuerdan también que el gran fracaso de este mundo es la ausencia de Dios y de perdón.
Con la fortaleza que da sentirse amado, ya con el frío y la humedad de la noche toledana, nos adentramos en la ciudad para conocer expresiones del amor que transciende lo humano y el tiempo. En el monasterio de San Pedro Mártir, los personajes becquerianos de la Leyenda del beso dejan testimonio de que la fidelidad conyugal es posible. En el convento de Santa Clara descubrimos a sus fundadores unidos en el sepulcro a la espera de la Resurrección. En la capilla de Las Gaitanas se puede leer un epitafio en el que el amor verdadero supera al de leyenda: «En este sepulcro yacen juntos, aún después de su muerte, don Diego y doña Mariana… esposos amantísimos, iguales entre sí por su piedad y nobleza». Y allí, ante el retablo del altar mayor y una pintura enorme de la Inmaculada de Francisco Rizi, nos sobrecoge el testimonio de una hermana agustina de cómo fue «llamada por el Amor, para amar». Solo el Amor puede pagarse con amor.