Alejandro Hernández: «Que no haya bus directo al hospital es problema gordo»
Vicepresidente de la Asociación Vecinal Grupo 77, explica que, cuando Ciudad Pegaso pasó a manos del Ayuntamiento, algunas tareas quedaron pendientes. «Unos por los otros y la casa sin barrer»
¿Cuál es su relación con el barrio?
Mi padre trabajaba en Pegaso en un momento en que la fábrica tenía más producción y esto estaba lleno de niños. Se quiso hacer del barrio un escaparate del régimen y que fuera ejemplar. ENASA [Empresa Nacional de Autocamiones, N. d. R.] construyó unas viviendas bastante dignas para empleados, un conjunto de chalets para mandos intermedios y otro para directivos de la empresa. Puso colegios, médicos, piscina y cine.
Aquí la vida era muy cómoda porque la empresa se ocupaba de todo. En la ruptura con el franquismo se vendieron todas las viviendas a un precio muy bajo y pasaron a ser propiedad de los empleados de Pegaso. Y el barrio pasó a ser municipal. La cosa se está enderezando ahora, pero se ha tardado muchos años en que el Ayuntamiento entienda que hay que ocuparse de todo. La empresa lo dejó como diciendo: «Paso de esto». Y unos por los otros y la casa sin barrer.
¿Para qué crearon la Asociación Vecinal Grupo 77?
Durante mucho tiempo hubo varias asociaciones de vecinos de carácter muy político. Hace unos ocho años, una mujer y yo dijimos que teníamos que hacer una al margen de las ideologías, que se ocupara de las aceras, de las plazas. Pusimos en marcha Grupo 77. No admitimos bajo ningún concepto que la gente venga a hacer política que no sea sobre cuestiones de orden municipal.
¿Qué siguen reivindicando?
Esto estaba muy desangelado. Faltan por arreglar los aparcamientos de la Quinta y la Segunda avenida, están hechos un desastre. Quedan por asfaltar los alrededores de la plaza Mayor, porque son de tierra. Y en los tendidos eléctricos, que están hechos un desastre absoluto, falta que el Ayuntamiento gestione con las compañías eléctricas su enterramiento porque en alguna zona están los cables de cualquier manera.
Queda terminar de conectarse con Madrid.
Prácticamente la única conexión es el autobús 77, que lleva a Canillejas [el 88 roza el sur del barrio y al otro lado de la A-2 está el metro de El Capricho, N. d. R. ]. Que no haya bus directo hasta el Ramón y Cajal, que es nuestro hospital de referencia, es un problema gordo. Para llegar hay que ir hasta Canillejas y ya desde ahí se va muy bien, pero el autobús debería llegar hasta aquí y al siguiente barrio. Sería una cosa muy sencilla y muy barata y la gente aquí ya es muy mayor. Es uno de esos problemas que te hacen ser descreído con algunas instituciones. Hay dinero que se gasta en muchas cosas y sabemos que aquí hay una demanda brutal.
¿Pelearon por las obras de la plaza de San Cristóbal, frente a la iglesia?
Las sacamos adelante un compañero y yo. Estaba muy abandonada y pedimos en muchas ocasiones, cuando teníamos reuniones con el Ayuntamiento, que la arreglaran. Preparamos un proyecto participativo. Eso funcionó porque se dieron cuenta de que había que hacer algo. La plaza era un rectángulo con el suelo de asfalto y nada más. De hecho, este proyecto supera con mucho lo que nosotros presentamos.
¿En torno a la parroquia hay mucha vida?
Siempre ha habido mucha. Durante varios años, antes de que me fuera a la mili, había un club parroquial del que era presidente, el Club Recreativo Ciudad Pegaso. Funcionaba estupendamente y los sábados por la tarde y los domingos hacíamos baile. Teníamos una discoteca fantástica y con las entradas comprábamos discos y libros.
Actualmente el párroco ha revitalizado mucho la iglesia y hay una afluencia muy considerable de gente de aquí, de la Colonia Fin de Semana y hasta de Canillejas. También de todas las personas de Sudamérica que viven en la zona.