Salvados gracias a la linterna de Elisabeth - Alfa y Omega

Salvados gracias a la linterna de Elisabeth

El periodista italiano Giammarco Sicuro pasó varios días en el barco de salvamento de la ONG Emergency. Allí conoció a Elisabeth, una joven eritrea de 18 años a la que rescataron de morir ahogada

Giammarco Sicuro
Miembros de la ONG Emergency en el Mediterráneo, en una de las labores de salvamento
Miembros de la ONG Emergency en el Mediterráneo, en una de las labores de salvamento. Foto: Giammarco Sicuro.

«Gracias por salvarnos», dice Elisabeth con un tic nervioso. Ríe y llora al mismo tiempo, al dejarse caer sin fuerzas en el bote mientras una enfermera de nombre Sara que ha ayudado en el rescate le levanta las piernas. La joven a la que acaban de salvar la vida tiene 18 años y es de Eritrea. «El motor de la barcaza se rompió hace unas horas y desde entonces íbamos a la deriva, con el agua entrando en el casco sin parar», explica jadeando. Este periodista recogió su testimonio directamente de la lancha con la que la ONG italiana Emergency patrulla el mar Mediterráneo central en busca de barcazas naufragadas como la de Elisabeth.

Las olas rompen con ira contra el bote, lo que dificulta el salvamento.

«¿Hay alguien herido?», grita Yohanes, un mediador cultural de origen eritreo. Su trabajo consiste en calmar a los inmigrantes y evitar que el pánico provoque un vuelco. Además de Elisabeth, hay otras 70 personas a bordo y todas están asustadas y deshidratadas tras afrontar una larga y peligrosa travesía.

Primero, los socorristas les han lanzado los chalecos salvavidas. Luego, uno a uno, los han subido al bote con el que los trasladarán después al barco de la ONG, que espera no muy lejos.

«¿Cómo estás?», pregunta Sara a Elisabeth, que no responde. Está agotada por un viaje que comenzó años atrás en su Eritrea natal y continuó a través del desierto pasando por las cárceles libias, donde estuvo meses encerrada sin ver la luz y aguantando las peores torturas.

Los rescatistas de Emergency acogen finalmente a los 71 inmigrantes que han sacado del mar en la cubierta del barco y les proporcionan lo básico: mantas, comida y agua. Muchos lloran, otros exultan de júbilo.

Elisabeth con sus rescatadores en el Life Support. Foto: Giammarco Sicuro.

El barco de la ONG se llama Life Support y en un año de misiones en el Mediterráneo central ha rescatado a más de 1.200 personas. Este grupo está compuesto principalmente por eritreos y bengalíes que huyen de países donde se les niegan muchos derechos y libertades.

«¿Dónde están mis amigos?», pregunta Elisabeth con la vista echada hacia la pequeña barcaza de madera que ahora está vacía.

Todos están a salvo. Pero sus pensamientos se dirigen al segundo barco que zarpó con ellos y en el que también viajaban muchos niños.

Los barcos de las ONG son, a menudo, la única esperanza para estas pequeñas y frágiles embarcaciones echadas al agua por los traficantes libios, que exigen miles de euros a los desesperados que se lo juegan todo a doble o nada.

Life Support recibió el aviso por radio de esta primera embarcación hace ahora ocho horas.

Tardó todo ese tiempo en llegar hasta la zona del mar Mediterráneo indicada por el centro de coordinación marítima de Roma, que gestiona este tipo de operaciones de rescate.

La búsqueda se prolongó durante mucho tiempo. No lograban avistarlos. Se hizo de noche y si dieron con ellos fue gracias a la luz de la pequeña linterna que sostenía la propia Elisabeth.

«Tenemos un segundo barco en problemas», irrumpe exaltada Ani, una española de Asturias que dirige el equipo de búsqueda y rescate de Emergency. El centro de coordinación de rescates de Roma ha dado un nuevo aviso de socorro. De nuevo, la búsqueda se prolonga durante varias horas. Finalmente, la autoridad italiana pide a Life Support que suspenda las actividades y se dirija «inmediatamente y sin demora» al llamado POS, el puerto seguro asignado.

«Preguntamos si podíamos continuar la búsqueda hasta el amanecer, aprovechando la luz del día», cuenta Ani, «pero la respuesta fue negativa». El año pasado, el Gobierno italiano de Giorgia Meloni impuso a las ONG de rescate una lista de normas restrictivas que han obstaculizado cada vez más las operaciones de salvamento en el Mediterráneo.

1.219 rescates en un año

Desde diciembre de 2022 al mismo mes de 2023, el Life Support ha rescatado a 1.219 personas, de las cuales 2016 eran menores no acompañados, 56 menores sí acompañados y 7 mujeres embarazadas. Aproximadamente la mitad de las personas que han atendido a bordo vienen con traumatismos que se remontan a meses antes del rescate. Lo cuenta Emergency en su último informe anual sobre su trabajo en el Mediterráneo.

«El nuevo decreto nos obliga a dirigirnos inmediatamente al puerto seguro asignado», explica Ani, y añade: «Y eso no nos da la oportunidad de completar nuestro trabajo».

El capitán del barco no puede hacer más que dar marcha atrás, pero a los miembros de Emergency no se les quita de la cabeza la idea de que no han buscado con suficiente ahínco a la segunda embarcación en peligro, de la que no volverán a saber nada.

«Ahora navegaremos con 71 migrantes en un barco que podría salvar hasta 275», añade Ani.

Mientras tanto, en el puente cubierto, que el personal de Emergency llama «refugio», los rescatados reciben ropa limpia y atención médica. Algunos cantan y bailan de alegría, mientras otros yacen en el suelo, todavía mareados. Aún no saben que la navegación será muy larga. Se necesitan cuatro días para llegar al puerto seguro asignado.

«Las autoridades italianas nos ordenaron llegar a la ciudad de Rávena, cientos de kilómetros más al norte», dice Ani.

Para las ONG, la asignación de puertos cada vez más lejanos forma parte de una estrategia gubernamental que pretende hacerles desistir de su empeño por rescatar a los inmigrantes del Mediterráneo central.

«Siento náuseas, pero no importa, soy demasiado feliz», dice Elisabeth.

«¿Y qué harás una vez que desembarques en Italia?», le pregunto.

«Quiero ser enfermera. He sufrido demasiada violencia y dolor y ahora quiero ayudar a los demás», asegura con una tímida sonrisa.

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