Finlandia juzga por incitación al odio la enseñanza bíblica sobre la sexualidad

El 22 de septiembre, la Policía inglesa informó a la activista provida Isabel Vaughan-Spruce de que no presentaría cargos contra ella después de haberla detenido dos veces por rezar en silencio ante una clínica abortista en Birmingham. Los arrestos respondían a una ley local en este sentido, de las que hay varias en el país. Además, en mayo se aprobó a nivel nacional la Ley de Orden Público, que penaliza los intentos de «influir» en la decisión de las mujeres cerca de las clínicas. «Aún no sabemos cómo nos va a afectar», explica Vaughan-Spruce. Le da esperanza que hace unas semanas la ministra de Interior, Suella Braverman, diera instrucciones a las Fuerzas de Seguridad para no considerar delito la oración en silencio. «Es un signo de cordura», pues acusar a alguien «por lo que está en su pensamiento sería una de las violaciones más graves de los derechos fundamentales». Pero las restricciones podrían afectar a otras formas de oración.

Mientras, en Finlandia, la parlamentaria Päivi Räsänen y Juhana Pohjola, obispo de la minoritaria Misión Evangélica Luterana, sabrán en dos meses el resultado de la apelación de su caso. Amparándose en una ley para prevenir la incitación a la violencia étnica, en 2020 el fiscal general presentó cargos contra ellos por difundir la enseñanza bíblica sobre la homosexualidad en Twitter y en un tríptico, respectivamente. Fueron absueltos en marzo de 2022, pero pocos días después el fiscal recurrió. «Quiere que este caso siente precedente», asegura el obispo. «Es la primera vez que una cuestión religiosa de este tipo llega a los tribunales». No es solo un caso de libertad de expresión: «Lo que hicimos fue citar la Biblia y presentar argumentos a partir de conceptos teológicos». «Si nos declaran culpables no solo yo seré un criminal sino que la catequesis de mi Iglesia se consideraría delito».

Ambos casos aparecen en el informe Libertad religiosa en el mundo 2023, de Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN por sus siglas en inglés). Son una muestra de que «la situación de este derecho en el mundo va de mal en peor y hay muchas señales de alarma en Occidente», asegura Raquel Martín, portavoz de la entidad en España. Por eso, decidieron lanzar este jueves, 5 de octubre, la campaña extraordinaria Creer es tu derecho. ¡Levanta la mano!, que esperan que llegue a otros países. En vez de pedir ayuda para financiar proyectos, en esta ocasión simplemente «queremos explicar qué es la libertad religiosa, qué está pasando con ella y en qué afecta a cada uno».

Un fenómeno preocupante es acusar a los creyentes por «discurso de odio», «un concepto vago y difuso que da pie a la criminalización indebida de muchas conductas legítimas», en palabras de José Luis Bazán, miembro del comité editor del informe de ACN. «No se acepta el disenso y se va contra todos los que mantengan ideas religiosas y morales que no coinciden con las de la mayoría». Estas medidas vienen a sumarse a las restricciones a la objeción de conciencia y a la imposición de contenidos educativos contrarios a las creencias de los padres. El derecho a creer «no es solo poder celebrar Misa. La libertad de religión, de conciencia y de pensamiento son una única libertad», subraya. «En una sociedad que no es homogénea, lo democrático es que exista margen para el disenso pacífico».

Por otro lado, en Europa «los ataques contra los lugares de culto cada vez son menos raros», asegura Alessandro Calcagno, secretario de la Comisión de Asuntos Legales de la Comisión de Conferencias Episcopales de la UE (COMECE). «A veces son actos de terrorismo con motivación religiosa; otras, expresión de odio contra alguna confesión» como el judaísmo o el islam, o casos de enfermedad mental. Algunos ataques anticatólicos se deben a «que la Iglesia se esté haciendo oír sobre cuestiones controvertidas o por el impacto de los escándalos de abusos». Bazán subraya que estos actos de odio anticatólico son «la mayoría». «En tres años en Bélgica ha habido 53 actos de vandalismo contra templos cristianos y solo uno contra una mezquita». De fondo, alertan desde COMECE, «en muchos países emerge el problema de la aceptación y del respeto al papel de la religión en la plaza pública».