Nuestra relación con el extranjero (fea palabra para un cristiano) puede ser de muro o de puente, como nos ha dicho el Papa Francisco en tantas ocasiones. Nosotros lo tenemos claro: cuando llegamos al barco vamos hacia el puente, desde donde se dirige la embarcación. No existe ningún muro; si acaso, el idioma. Tal vez por esto, algunas personas, cuando les explicamos lo que hacemos, nos preguntan: «Y cuando estáis con ellos, ¿cómo os entendéis?». Con buena voluntad por ambas partes, bastan pocas palabras (a veces pocos gestos) para entenderse. El puente entre personas, como la escala que une barco y muelle, enseguida se establece normalmente.
Stella Maris, desde el día que nació a inicios del siglo pasado, tiene vocación internacional y es lógico que el idioma sea algo importante. Al tener un origen anglófono, la mayoría ya sabe que el idioma vehicular será el inglés, como el que se usa en los barcos. En todos los barcos es necesario que al menos los oficiales sepan inglés para comunicarse con el personal de puerto allá donde estén…
La comunicación, por el idioma, es un reto. Algunos marinos no dudan en utilizar el móvil para que el traductor nos ayude a comprender qué necesitan. Pero con un inglés básico como el suyo, con la relación y la amistad, nos entendemos. Los filipinos, con simpatía, al entrar por la puerta descargan su vocabulario español: «Buenos días», «buenas tardes», «cuchara», «ventana». Son palabras de uso común que han quedado en su idioma.
María José, voluntaria recién llegada, sabe algo de turco y nos comparte la alegría que supone para ella poder dar la bienvenida a alguien en su propio idioma. Cuenta cómo los marinos se sorprenden agradablemente del saludo y cómo el valor de la acogida se multiplica por dos cuando se hace en su lengua materna.
Es una buena manera de derribar un muro que es uno de los más importantes, pero no el único. El marino viene y va. Algún día regresará a su casa. Comparte este muro de la comunicación con el inmigrante. Pero los otros muros del prejuicio y el rechazo social están todavía lejos de ser derribados. No olvidemos que las mejores vistas del barco se ven desde el puente.