¿Cerrado por vacaciones? - Alfa y Omega

En el periodo estival los seminaristas prosiguen su camino de formación sacerdotal, «no cierran por vacaciones». Es cierto que cambia el ritmo habitual de la vida comunitaria en el seminario, pero continúa su empeño por seguir a Jesucristo, participando en diversas actividades pastorales y sirviendo a sus hermanos en campamentos, peregrinaciones, experiencias de voluntariado y de trabajos diversos, convivencias con jóvenes y matrimonios, momentos de oración y retiro espiritual… y, por supuesto, el merecido descanso con sus familias. Todo ello contribuye a la formación de los futuros presbíteros. «Durante este tiempo tienen cabida algunas ocupaciones y experiencias que difícilmente pueden realizarse con suficiente amplitud durante los meses del curso académico y que pueden ofrecer al seminarista oportunidades nuevas y valiosas de enriquecimiento personal, de aprendizaje para administrar el tiempo libre y de maduración cristiana y pastoral» (PFS 339).

Son muchos los testimonios de los seminaristas que, en estas experiencias veraniegas, nos transmiten el gozo que supone acompañar a otras personas en el camino de la vida y el gran bien que supone para ellos en su camino de configuración con Jesucristo, Buen Pastor. Guillermo compartía con nosotros al volver de uno de estos campamentos: «¡Con qué naturalidad y alegría se vive la fe cuando estás tan bien acompañado! ¡Cuánto me queda por aprender de los niños, de su sencillez y de su alegría! ¡Cuánto me hablan de Dios! Yo vine a ayudar y he acabado siendo ayudado por ellos». Otro de nuestros seminaristas, Álvaro, escribía: «En mi camino de formación para el sacerdocio si Dios quiere, estos campamentos me han ayudado a profundizar más en la caridad pastoral, a crecer en la solicitud por las ovejas, buscando siempre lo mejor y más eficaz para acercar a los niños a través de catequesis, oración, juegos y talleres al corazón de Cristo, para que cada uno pueda vivir una relación de amistad con Él».

Verdaderamente merece la pena aprovechar este tiempo de verano para seguir creciendo, para descansar, para seguir reconociendo que la vida merece la pena cuando se entrega y respondemos a la voluntad del Señor. ¡No dejes de hacerlo! Feliz verano.