Signos del Resucitado - Alfa y Omega

Estamos celebrando la Pascua, la certeza de nuestra vida: Cristo ha Resucitado, vive para siempre, resucitemos con Él y vivamos una vida nueva, ¡aleluya! Como san Pablo en su primera predicación estamos llamados a ser testigos del Resucitado, a reconocer su presencia y poder proclamarla.

A lo largo de la cincuentena pascual muchos son los signos del Resucitado entre nosotros. También aquí, en esta casa de formación, somos testigos del Viviente, el que sigue alentando la misión de la Iglesia, el que como Buen Pastor conduce a su pueblo hacia fuentes tranquilas y repara nuestras fuerzas.

El IV Domingo de Pascua celebrábamos la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. Un signo del Resucitado que se compadece de la humanidad y que, por medio de su Cuerpo, sigue suplicando: «Rogad al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies». Muchas han sido las personas y grupos apostólicos que se han unido en oración junto con los seminaristas, pidiendo el don de las vocaciones a los diversos estados de vida cristiana.

Hace unos días celebrábamos la admisión a las Órdenes Sagradas de algunos seminaristas de nuestra diócesis. Éramos testigos del Resucitado que, a través de su Iglesia, manifestaba públicamente que Él sigue llamando y eligiendo a hombres de este mundo para guiar y servir a sus hermanos.

El próximo sábado serán ordenados presbíteros doce diáconos en la santa iglesia catedral de Nuestra Señora de la Almudena. Uno de ellos al hablar sobre su vocación nos dice: «Ese signo externo de lavar los pies es manifestación de algo que debe suceder internamente: una actitud de abajarse, despojarse de sí, olvidarse de uno mismo para entregarse al otro, saber sacrificar la propia vida para que otros tengan vida». Un regalo del Resucitado a la Iglesia y al mundo.

Celebraremos la fiesta de nuestro santo patrón, sanJuan de Ávila, dando gracias a Dios por la vida entregada y regalada de tantos hermanos presbíteros que celebrarán sus bodas de oro y de plata sacerdotales, como expresión de la fidelidad y fecundidad del Resucitado en su Iglesia. Gracias por vuestra docilidad al Señor y por dejarnos reconocer las huellas del que vive fortaleciendo la fe de los creyentes.