Mensaje del Papa para el Domund: «Urgen misioneros de esperanza» - Alfa y Omega

Mensaje del Papa para el Domund: «Urgen misioneros de esperanza»

No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído es el lema y título del mensaje del Santo Padre hecho público este viernes con motivo de la Jornada Mundial de las Misiones, el Domund. «Los cristianos no podemos reservar al Señor para nosotros mismos», afirma

Redacción
Foto: OMP

«Cuando experimentamos la fuerza del amor de Dios, cuando reconocemos su presencia de Padre en nuestra vida personal y comunitaria, no podemos dejar de anunciar y compartir lo que hemos visto y oído»: con estas palabras comienza el mensaje del Santo Padre para la Jornada Mundial de las Misiones, que se celebra cada año el tercer domingo de octubre y que firmó el pasado 6 de enero, informa Vatican News.

Francisco recuerda en el mensaje que «Dios ama nuestra humanidad y hace suyos nuestros gozos y sufrimientos, nuestros deseos y nuestras angustias», añadiendo que Él «nos convoca también a sentirnos parte activa de esta misión, de este amor de compasión».

Tras recordar que la historia de la evangelización comienza con «una búsqueda apasionada del Señor que llama y quiere entablar con cada persona un diálogo de amistad», el Papa escribe «el amor siempre está en movimiento y nos pone en movimiento para compartir el anuncio más hermoso y esperanzador».

El Santo Padre escribe que «con Jesús hemos visto, oído y palpado que las cosas pueden ser diferentes», y agrega que vivimos «tiempos nuevos que suscitan una fe capaz de impulsar iniciativas y forjar comunidades a partir de hombres y mujeres que aprenden a hacerse cargo de la fragilidad propia y la de los demás, promoviendo la fraternidad y la amistad social».

«La comunidad eclesial muestra su belleza cada vez que recuerda con gratitud que el Señor nos amó primero», afirma el santo Padre, lo que constituye «el milagro de la gratuidad, el don gratuito de sí».

Después de aludir a los tiempos difíciles que atravesaron los primeros cristianos cuando comenzaron su vida de fe en un ambiente hostil y complicado, el Papa exhorta «a vivir las pruebas abrazándonos a Cristo, para madurar la convicción de que Dios puede actuar en cualquier circunstancia, también en medio de aparentes fracasos».

En este sentido, «tampoco es fácil el momento actual de nuestra historia», pues «la situación de la pandemia evidenció y amplificó el dolor, la soledad, la pobreza y las injusticias que ya tantos padecían y puso al descubierto nuestras falsas seguridades y las fragmentaciones y polarizaciones que silenciosamente nos laceran».

De este modo, «los más frágiles y vulnerables experimentaron aún más su vulnerabilidad y fragilidad», y todos «hemos experimentado el desánimo, el desencanto, el cansancio, y hasta la amargura conformista y desesperanzadora que pudo apoderarse de nuestras miradas».

Sin embargo, «Jesucristo ha triunfado sobre el pecado y la muerte y está lleno de poder», recuerda el Papa. «Jesucristo verdaderamente vive y nos quiere también vivos, fraternos y capaces de hospedar y compartir esta esperanza». Por eso, en el contexto actual «también urgen misioneros de esperanza que, ungidos por el Señor, sean capaces de recordar proféticamente que nadie se salva por sí solo».

También escribe que «los cristianos no podemos reservar al Señor para nosotros mismos: la misión evangelizadora de la Iglesia expresa su implicación total y pública en la transformación del mundo y en la custodia de la creación».

Por eso invita a todos «a hacernos cargo y dar a conocer aquello que tenemos en el corazón», lo que hacen «todas esas personas que, con su testimonio de vida, nos ayudan a renovar nuestro compromiso bautismal de ser apóstoles generosos y alegres del Evangelio». Ellos son los misioneros, que han sido capaces «de ponerse en camino, dejar su tierra y sus hogares para que el Evangelio pueda alcanzar sin demoras y sin miedos esos rincones de pueblos y ciudades donde tantas vidas se encuentran sedientas de bendición».