Oración del Papa ante la Inmaculada: «Virgen María, permanece cercana a las familias del mundo»
En la solemnidad de la Inmaculada Concepción, celebrada este sábado, el Papa Francisco acudió a la basílica de Santa María la Mayor para rezar ante la imagen de la Salus Populo Romani. Acto seguido, el Pontífice se desplazó a la Plaza de España para el tradicional acto de veneración de la Inmaculada.
En su oración ante la Virgen frente a la embajada de España en Roma, el Santo Padre pidió a la madre de Dios que se «quede cerca de las familias que hoy en Roma, en Italia, y en el mundo entero viven situaciones de indiferencia, rechazo y a veces desprecio».
Asimismo, Francisco pidió que sean tutelados los derechos de las familias y por «aquellos que tienen roles de mayor responsabilidad», para «que la Virgen les de sabiduría, previsión, espíritu de servicio y colaboración».
Oración completa del Santo Padre:
Madre Inmaculada, en el día de tu fiesta, tan querida por el pueblo cristiano, vengo a rendirte un homenaje en el corazón de Roma. En mi corazón traigo a los fieles de esta Iglesia y todos los que viven en esta ciudad, especialmente los enfermos y cuantos por diferentes situaciones les cuesta salir adelante.
En primer lugar, queremos darte las gracias por el cuidado materno con el que nos acompañas en nuestro camino: ¡Cuántas veces oímos, con lágrimas en los ojos, a aquellos que han experimentado tu intercesión por las gracias que pides por nosotros a tu Hijo Jesús!
También pienso en una gracia ordinaria que das a las personas que viven en Roma: La de afrontar los inconvenientes de la vida cotidiana con paciencia. Pero para esto te pedimos la fuerza para no resignarnos, al contrario de hacer cada uno ponga su parte para mejorar las cosas, para que el cuidado de cada uno haga que Roma sea más bella y habitable para todos para que el deber cumplido de cada uno asegure los derechos de todos.
Y pensando en el bien común de esta ciudad, te pedimos por aquellos que tienen roles de mayor responsabilidad, dales sabiduría, previsión, espíritu de servicio y colaboración.
Virgen Santa, quisiera confiarte en modo particular a los sacerdotes de esta diócesis: los párrocos, los vice-párrocos, los sacerdotes ancianos que con el corazón de pastores continúan trabajando por el pueblo de Dios, los tantos sacerdotes estudiantes de todas las partes del mundo que colaboran en las parroquias. Por todos ellos te pido la dulce alegría de evangelizar y el don de ser padres, cercanos al pueblo, misericordiosos.
A ti, Mujer, toda consagrada a Dios, confío a las mujeres consagradas en la vida religiosa y en la secular, que gracias a Dios en Roma hay tantas, más que en cualquier otra ciudad del mundo, y forman un hermoso mosaico de nacionalidades y culturas. Para ellas, te pido la alegría de ser, como Tú, esposas y madres, fecundas en la oración, en la caridad, en la compasión.
Oh Madre de Jesús, te pido una última cosa en este tiempo de Adviento, pensando en los días en que Tú y José estabais preocupados por el inminente nacimiento de vuestro hijo, preocupados porque había un censo y también vosotros teníais que dejar vuestro pueblo, Nazaret, e ir a Belén. Tú sabes, Madre, lo que significa llevar en el seno la vida y sentir a tu alrededor la indiferencia, el rechazo, a veces el desprecio. Por eso te pido que estés cerca de las familias que hoy, en Roma, en Italia, y en el mundo entero viven situaciones parecidas, para que no estén abandonadas a sí mismas, sino protegidas en sus derechos, derechos humanos que están antes que cualquier, exigencia, por muy legítima que sea.
Oh, María Inmaculada, aurora de esperanza en el horizonte de la humanidad vela por esta ciudad, por sus casas, sus escuelas, sus oficinas, sus tiendas, sus fábricas, sus hospitales, sus cárceles; Que no falte en ningún lugar lo que Roma tiene de más precioso y que conserva para el mundo entero, el testamento de Jesús: «Amaos los unos a los otros como yo os he amado» (Jn 13, 34).
Amén.