8 de julio, Jornada de Responsabilidad en el Tráfico. Circular bien, deber sagrado - Alfa y Omega

8 de julio, Jornada de Responsabilidad en el Tráfico. Circular bien, deber sagrado

Las cifras de accidentes y muertes en carretera han mejorado en los últimos tiempos. Lo reconocen los obispos en sus cartas para la Jornada de Responsabilidad en el Tráfico. Sin embargo, una sola acción que ponga en peligro a una persona ya es demasiado, porque cada vida humana refleja —lo dice el lema de la Jornada— la gloria de Dios

María Martínez López
Cartel de la Jornada.

Acaban de comenzar dos meses de casi continuas operaciones salida y retorno. En este contexto, el próximo domingo 8 —el más cercano al día 10, fiesta de San Cristóbal— la Iglesia en España celebra la Jornada de Responsabilidad en el Tráfico, que este año tiene como lema La gloria de Dios es la vida del hombre. Cuídala al volante. Con motivo de este día, «hay que felicitarse porque en los últimos años han descendido los accidentes y las muertes en carretera de una manera importante», escribe monseñor Ciriaco Benavente, presidente de la Comisión episcopal de Migraciones, en el mensaje de la Comisión para este día.

El arzobispo de Burgos, monseñor Francisco Gil Hellín, también ha escrito una Carta para esta Jornada. En ella, reconoce que «las calles de nuestras ciudades y las autovías se han convertido en una inmensa plaza pública en la que unos y otros tejemos una red de relaciones. Gracias a Dios, estas relaciones van mejorando paulatinamente. Baste pensar, por ejemplo, en el importante descenso de accidentes en nuestras carreteras, en la ayuda que prestamos en los accidentes y en las medidas que tomamos cuando tenemos que conducir».

Sin embargo, el mensaje de la Comisión matiza que «seguimos, desgraciadamente, lamentando demasiados accidentes, muchos de ellos con consecuencias trágicas». El texto recuerda estas palabras del Consejo Pontificio para los Emigrantes y los Itinerantes: «Gran parte de los accidentes automovilísticos se debe a ligerezas graves y gratuitas -cuando no se trata incluso de estupideces y de arrogancia en el comportamiento del conductor o del peatón- y, por tanto, al factor humano».

Incide en el factor humano la Carta de monseñor Casimiro López Llorente, obispo de Segorbe-Castellón: «El ámbito humano penetra absolutamente todo, ya que el estado de las carreteras, las condiciones del vehículo y el cumplimiento de las normas de circulación dependen de la actuación humana. Conductores y peatones tenemos por igual sagrados deberes que cumplir. Y decimos sagrados, porque su fin es la protección de la vida humana. Los peatones deben evitar ponerse o poner a otros en peligro, siendo diligentes en cumplir las normas de circulación. El comportamiento en la carretera o en la calle es una acción moral que está regulada también por principios morales; según los respetemos o no, nuestro comportamiento será bueno o malo».

En vísperas de San Cristóbal, los obispos dedican un pensamiento especial a los conductores profesionales. «¿Quién llevaría los productos alimenticios a los supermercados, o a los niños a una excursión sin vuestros servicios? —se pregunta monseñor Gil Hellín— ¿Quién transportaría lo que necesitan y producen las fábricas y almacenes?». Recuerda también las dificultades que atraviesa el sector, «tanto por la escasez de trabajo como por la subida de los carburantes. No dejéis de pedir a Dios que os ayude y os dé su fuerza para hacer frente a estas dificultades».