5.000 venezolanos en Roma para la canonización de su médico - Alfa y Omega

5.000 venezolanos en Roma para la canonización de su médico

En una Venezuela dividida, los obispos piden que la subida a los altares de los primeros santos del país fomente la fraternidad y traiga medidas de gracia hacia los presos

Javier Martínez-Brocal
Oración el pasado sábado en Caracas para pedir la libertad de los presos políticos con motivo de la canonización.
Oración el pasado sábado en Caracas para pedir la libertad de los presos políticos con motivo de la canonización. Foto: EFE/ Miguel Gutiérrez.

León XIV canonizará este domingo a los dos primeros santos venezolanos, el médico José Gregorio Hernández (1864-1919) y la madre Carmen Rendiles (1903-1977). En la plaza de San Pedro lo van a presenciar 5.000 compatriotas y, en Caracas, miles lo seguirán en directo en la plaza de la Candelaria. José Gregorio, como lo llaman en su país, es una figura tan querida en la dividida Venezuela que el Papa Francisco le dispensó del requisito de un milagro para ser canonizado. «A los venezolanos nos une el amor por tres grandes personajes: nuestro libertador, Simón Bolívar; nuestro campeón de béisbol, Miguel Cabrera, y nuestro santo, José Gregorio Hernández», reconoce emocionado Pedro, que vive en Roma y asistirá a la celebración. «Incluso los protestantes, un 20 % de nuestro país, le tienen mucha devoción». En las calles y casas no faltan pequeños altares con la figura bondadosa del santo, con chaqueta y bombín.

Vivió entre Isnotú (Trujillo) y Caracas. No fue mártir, ni sacerdote, ni religioso. Emprendió en dos ocasiones la vida religiosa, pero enfermó gravemente en ambas y lo consideró una señal de que no era su camino. Era alegre, le gustaba tocar el piano, vestir elegantemente y bailar. Estudió Medicina en Caracas y se especializó en el Instituto Louis Pasteur de París, en Nueva York y en Berlín, y con Ramón y Cajal en Madrid. El Vaticano lo presenta como ejemplo de «médico que ve en el enfermo el rostro de Cristo que sufre». Fue uno de los mayores expertos mundiales en bacteriología, pero no quiso encerrarse en el laboratorio. Se dedicó a formar a futuros médicos en la Universidad de Caracas y pasaba mucho tiempo recibiendo a enfermos. Conocido como el «médico de los pobres», durante la epidemia de gripe de 1918, que se llevó por delante 80.000 vidas en su país, denunció que la culpa era del «virus de la desnutrición» y de las condiciones de vida que impedían la higiene. Por eso, atendía gratis e incluso pagaba él mismo los medicamentos. Ofrece un modelo de santidad manifestada en la profesión, vivida con espíritu de servicio.

Detalle del cartel de la canonización.
Detalle del cartel de la canonización.

El 29 de junio de 1919, mientras iba a visitar a una enferma, fue atropellado y falleció. Decenas de miles de personas salieron a las calles para despedirlo, mientras sus estudiantes cargaban el féretro. Desde entonces, su tumba es meta de peregrinación en Caracas. «Se convirtió en arquetipo del médico en Venezuela, pues los doctores siempre reservan espacio para pasar consultas en barrios pobres. Todos entienden que la medicina es un servicio. No solo los médicos católicos; todos. Y esto es lo que hacía José Gregorio», subraya Pedro.

Pero representa aún mucho más. «Un día antes de fallecer dijo que ofrecía su vida por la paz», destaca su biógrafa, Manuela Tulli, autora de El primer santo de Venezuela. «Entonces se estaba negociando el Tratado de Versalles para poner fin a la Primera Guerra Mundial». Ahora, su canonización coincide con un momento delicado para Venezuela: Maduro moviliza a «milicias bolivarianas» tras los ataques de Trump a narcolanchas y no ha digerido la concesión del Premio Nobel de la Paz a la opositora María Corina Machado, anunciado el viernes pasado. Los obispos han advertido de que «los discursos y las acciones belicistas ensombrecen el sentido profundo de la canonización». En respuesta, han sugerido  que sea «ocasión propicia para medidas de gracia que permitan recobrar la libertad a los encarcelados por razones políticas». Para evitar instrumentalizaciones la Conferencia Episcopal de Venezuela pide que «la canonización sea un estímulo para que todos los venezolanos nos encontremos y apreciemos como hijos de una misma patria y hermanos entre nosotros; para defender la vida y dignidad de la persona humana desde su concepción hasta la muerte natural; para aceptar nuestras diferencias como una riqueza y construir una mejor sociedad en el respeto mutuo, la convivencia y la búsqueda constante de la paz».

Otros santos

• Peter To Rot (1912-1945): primer santo de Papúa Nueva Guinea. Cuando el Ejército japonés expulsó a los misioneros y prohibió las celebraciones, mantuvo en marcha la parroquia. Lo arrestaron y podría haberse liberado de la muerte si abandonaba la catequesis.

• Ignazio Maloyan (1869-1915): nacido en el Imperio otomano, fue asesinado durante el genocidio armenio.

• Vincenza Maria Poloni (1802-1855): fundó las Hermanas de la Misericordia para difundir el amor de Cristo.

Maria Troncatti (1883-1969): fue misionera salesiana entre indígenas en Ecuador.

• Bartolo Longo (1841-1926): abogado, ayudaba a los campesinos y construyó el santuario del Rosario de Pompeya.

También es muy apreciada la primera santa venezolana, madre Carmen Rendiles. Quería ser monja, pero como nació sin el brazo izquierdo, varias congregaciones la rechazaron. Finalmente fue admitida en una pequeña congregación francesa, las Siervas de Jesús en el Santísimo Sacramento, donde difundió el culto a la Eucaristía, ayudó a sacerdotes y abrió colegios para niñas sin recursos. Después del Concilio Vaticano II, decidió fundar una nueva congregación, las Siervas de Jesús de Venezuela, y siguió abriendo conventos y colegios. «Supo mantener la serenidad para comprender la dificultad del momento y caminar junto con los obispos venezolanos», destaca su postuladora, Silvia Correale.  «En estos dos nuevos santos está un poco toda la Iglesia. José Gregorio es laico y madre Carmen, religiosa. Muestran que la santidad es para laicos y consagrados. Es lo bonito».