El Papa pide al «médico de los pobres» unidad y reconciliación en Venezuela
José Gregorio Hernández, que será beatificado el viernes, «nos invita» a una «respuesta del bien común tan necesitada para que el país reviva»
El Papa Francisco espera que la beatificación, este viernes en Venezuela, del médico José Gregorio Hernández sirva para impulsar la «unidad nacional» y la «reconciliación». E invita a los venezolanos a que «entre todos recuperemos esa Venezuela en la que todos sepan que caben, en la que todos pueden encontrar un futuro». Es el deseo que expresa en un videomensaje hecho público este jueves, en vísperas de la celebración que elevará a los altares al llamado «médico de los pobres».
El Papa es consciente de «con cuánta ilusión» se esperaba este acontecimiento. «No encontré un venezolano aquí en el Vaticano que en la mitad de la conversación al fin, no dijera: “¿Y cuándo es la beatificación de Gregorio?”. Lo llevaban en el alma». Este momento en el que todo el país se reúne en torno a su figura «supone una hora singular». Y, como consecuencia, exige a sus compatriotas «pasos concretos en favor de la unidad, sin dejarse vencer por el desaliento».
Reconocerse como hermanos
Es momento de «reconocerse como hermanos, como hijos de una misma patria». El beato «nos invita», prosigue Francisco, «a la conversión hacia una mayor solidaridad de unos con otros, para producir entre todos la respuesta del bien común tan necesitada para que el país reviva, renazca después de la pandemia con espíritu de reconciliación». Una intención, la de la reconciliación «y la paz» entre los venezolanos, por la que el mismo Santo Padre pide a Dios por intercesión del nuevo beato.
El videomensaje contiene también un mensaje particular dirigido a las instituciones públicas y a los dirigentes de todos los ámbitos de la sociedad. Para las primeras, pide que «sepan brindar siempre seguridad y confianza a todos», junto a «oportunidades para el desarrollo humano y la convivencia». A los líderes, los invita «a desempeñarse seriamente en el logro de una unidad operativa», con «seriedad y sinceridad, desde el respeto» mutuo y anteponiendo el bien común. Y muestra su rechazo a que alguna «intervención de afuera les impida caminar este camino de unidad nacional».
Francisco dirige asimismo un recuerdo especial a los fallecidos y contagiados «por mantenerse en sus tareas en condiciones precarias». También a quienes «han dejado el país en busca de mejores condiciones de vida, y también a los que están privados de libertad y a los que carecen de lo más necesario».
«Un hombre de servicio universal»
De José Gregorio Hernández, el Pontífice destaca su vida de fe, desde la oración y los sacramentos; su «bonhomía personal y sus virtudes cívicas y religiosas», y su amor a «la sabiduría, la investigación, la ciencia, al servicio de la salud y de la docencia». Por todo ello «es un modelo de santidad comprometida con la defensa de la vida, con los desafíos de la historia y, particularmente, como paradigma de servicio al prójimo, como un buen samaritano, sin excluir a nadie. Es un hombre de servicio universal».
Recordando el lavatorio de pies de la Última Cena, el Papa subraya que Jesús incluyó en él a Judas. «No se vengó de nadie». El mandato de lavarse «unos a otros», prosigue, nos exhorta «no solo a ser sujetos activos del servicio, sino también a tener la humildad de dejarnos lavar los pies por los demás». Hoy en día, eso significa «acogerse, recibirse los unos a los otros, ver al otro como un igual, como alguien como yo, sin menospreciar». Y «dejar que los otros nos ayuden», además de «perdonarnos los unos a los otros» y «permitir que nos perdonen». En este mismo sentido, ha pedido no convertirse en «un pueblo de acusadores unos a otros. Ese no es el camino que nos enseñó el beato».
Médico durante la gripe española
Nacido el 26 de octubre de 1864 en Isnotú, en el estado andino de Trujillo, José fue el primero de seis hermanos. Se graduó en Medicina en Caracas y profundizó sus estudios en París, Berlín, Madrid y Nueva York. Se convirtió en profesor universitario y científico: fue uno de los primeros en introducir el microscopio en el país y fundó la cátedra de bacteriología en la universidad de la capital venezolana.
Intentó dos veces ingresar en la vida religiosa, y terminó convirtiéndose en terciario franciscano. Para él la medicina era una misión, sobre todo para los más necesitados. A menudo compraba medicamentos para sus pacientes y en lugar de pedirles dinero por la consulta, se la daba. De hecho, en su Venezuela natal es conocido como el «médico de los pobres». Trató a los pacientes con valentía durante la epidemia de gripe de 1918. El 29 de junio de 1919, mientras iba a la farmacia a comprar medicinas para una anciana, fue atropellado por un coche y murió a la edad de 54 años.
«Una luz de esperanza»
Para los obispos venezolanos, fue «un cristiano ejemplar, que supo conjugar su vida ciudadana y profesional con su vivencia cual hijo de Dios» por medio de la caridad. En un mensaje con motivo de la beatificación, la presidencia de la Conferencia Episcopal Venezolana agradece la implicación de todos los que han participado en la causa. Desde el Papa Francisco hasta el secretario de Estado del Vaticano y exnuncio en el país, cardenal Pietro Parolin, que iba a presidir la beatificación.
El miércoles, la Santa Sede anunció que «por razones de fuerza mayor, vinculadas sobre todo a la pandemia de la COVID-19», no sería posible. Será su sucesor como nuncio, Aldo Giordano, quien le sustituya. Con todo, apuntan los obispos, el «auténtico promotor que pidió, acompañó e hizo posible este maravilloso regalo son todos ustedes», los fieles venezolanos. «Su perseverancia y tenacidad, con su oración y las multiformes muestras de devoción llena de fe y cariño» sostuvieron el proceso.
La beatificación es «una luz de esperanza para todos nosotros» en un «momento particular» en el que la pandemia se suma a «la profunda crisis» política y económica del país. Hoy en día, «no pocos buscan solo sus propios intereses» y «podemos sentir la tentación del desaliento y de la desesperanza». Frente a esto, los obispos recuerdan que el futuro santo «dedicó lo mejor de su inteligencia para prepararse a fin de servir a su pueblo, y también dio junto con otros compañeros médicos una respuesta clara y llena de justicia y caridad ante el deteriorado servicio de salud de entonces».