Los religiosos abren las puertas de sus comunidades

Tenía 18 años cuando cambió su vida. «Me encantaba el cine, no me perdía una película y me sabía el nombre de todos los actores y actrices». Sor María del Carmen recuerda con cariño aquellos años antes de entrar a formar parte de las religiosas clarisas. «Mi abuela me invitaba a ir a Misa con ella todos los días, pero yo prefería estar con mis amigas. Le decía: ¡Abuela, que estamos en el siglo XX!». Después de muchos años en el convento, sor María explica que «no se necesitan grandes cualidades para ser consagrada», solo seguir la vocación.

Dar a conocer a personas como sor María del Carmen, que entregan su vida a Cristo, es uno de los objetivos del Encuentro de Vida Consagrada, que se celebra en Madrid los días 3 y 4 de octubre, con el lema Corazones que desean algo grande. El congreso pretende mostrar desde dentro qué es la vida consagrada. Para ello ha organizado unas peregrinaciones a varios lugares de Madrid, con el fin de que los asistentes al congreso –y también cualquiera que quiera apuntarse a estas visitas– compartan una tarde con los religiosos y religiosas. El objetivo, explica Ángel de la Parte, responsable de la Comisión de Peregrinaciones del encuentro, es «visualizar desde dentro los diferentes campos en los que trabaja la vida consagrada».

Peregrinaciones por Madrid

El 4 de octubre se hará una peregrinación al monasterio de la Inmaculada y San Pascual de religiosas clarisas, en el paseo de Recoletos, donde vive sor María del Carmen. Las religiosas son de vida contemplativa. «Rezamos por los que estáis en el campo de batalla», cuenta la monja. Quienes se acerquen este domingo de 17 a 19 horas tendrán un momento de oración con ellas y escucharán los testimonios de las más jóvenes, dos kenianas que «nos hacen ver que otras culturas distintas nos enriquecen», cuenta Juan José Infantes, secretario de la Vicaría para la Vida Consagrada del Arzobispado de Madrid. «Ellas son aire fresco que ayuda a seguir viviendo la espiritualidad del monasterio a las religiosas más mayores», añade.

El mismo domingo, también de 17 a 19 horas, se podrá visitar el santuario de Schönstatt en la calle Serrano. Durante todo el día, habrá una cadena de oración por la vida consagrada en la capilla del Santísimo de la catedral de la Almudena.

Misión compartida

La misión de la vida consagrada no es exclusiva de los religiosos, se trata de una «misión compartida», explica Luis Callejas, religioso mercedario, director de la Fundación la Merced Migraciones. «Sin la ayuda de los laicos sería difícil llevar a cabo nuestra misión», afirma. La casa de acogida de los religiosos mercedarios, en el barrio de Ventas, será otra de las paradas ofrecidas. El sábado 10 de octubre, de 17 a 19 horas, se presentará del proyecto de la orden Una casa abierta al mundo. «Aquí ayudamos y acogemos a refugiados. Ellos mismos prepararán una merienda y podremos compartir un rato con todos los que vengan».

El domingo 11, a la misma hora, hay organizado un encuentro con la tercera edad en la casa de las Hermanitas de los Pobres de la calle Zurbarán, para pasar un rato con las personas mayores a cargo de las religiosas.

«Yo no sabría hacer otra cosa»

Además de estas cuatro peregrinaciones organizadas, hay una larga lista de visitas recomendadas para las que no hace falta inscribirse (el listado se encuentra en la página web de la Conferencia Episcopal Española). Se trata de sitios en los que se venera a mártires del siglo XX. Entre esos lugares está la Casa Madre de las religiosas Adoratrices, en Ciudad Lineal. Quienes se acerquen allí podrán visitar también el museo dedicado a la fundadora, santa María Micaela del Santísimo Sacramento, y a la misión de la congregación. Una de las particularidades de las Adoratrices, explica María Elisa Altadill, religiosa de la comunidad, es el importante papel que desempeñan los laicos en sus 28 obras sociales. «Les entusiasma la obra», explica, si bien reconoce que «hay cosas que solo una consagrada puede hacer, como el acompañamiento continuo a las mujeres que rescatamos de la prostitución». Ella conoció a las Adoratrices a través de su tía, también religiosa. «Llevo más de 40 años y ya no sabría hacer otra cosa», concluye.