«30 minutos de visita a la semana, a lo sumo 40» - Alfa y Omega

«30 minutos de visita a la semana, a lo sumo 40»

Ricardo Benjumea
Dos voluntarias con dos internos del CIE de Valencia. Foto: SJM Valencia

Pueblos Unidos ha pedido el cese del director del CIE de Aluche por presuntos «tratos degradantes y vejatorios» por parte de agentes de Policía durante un cacheo a 161 internos en el patio del centro bajo la lluvia el pasado 18 de abril. La ONG jesuita apoyó la denuncia presentada por un centenar de los afectados, tras la que la jueza de control encontró indicios suficientes para abrir una investigación. El escándalo ha estallado mientras se juzga el fallecimiento hace ochos años en este CIE de Samba Martine, ciudadana congoleña a la que en reiteradas ocasiones se le denegó asistencia sanitaria. También las organizaciones sociales desempeñaron un papel clave en este caso.

Se trata de una dinámica habitual. Las denuncias de las ONG –Pueblos Unidos es especialmente activa en este sentido– son frecuentemente el punto de partida de las investigaciones judiciales o las intervenciones del Defensor del Pueblo, pese a tener a menudo muy restringido su acceso. Así ocurre en el CIE de Valencia, afirma el responsable de la red de visitadores voluntarios del SJM (Servicio Jesuita a Migrantes), Mustapha M- Lamin Ahmed. El interno que quiera ser visitado debe comunicarlo de forma explícita previamente, pero muchos ignoran que cuentan con ese derecho. El SJM informa al mayor número posible a través de unas tarjetas en inglés, francés y árabe que reparte el personal de Cruz Roja. También funciona el boca a boca de los internos, pero quien carece de un compatriota que hable su misma lengua o no dispone de teléfono móvil queda automáticamente excluido.

Al SJM se le permite visitar «30 minutos a la semana, a lo mejor 40, a cada interno», prosigue su responsable. «De este modo, podemos humanizar un poco su estancia, ser contrapeso de la crueldad a la que están sometidas estas personas».

A partir de ahí, se procura hacer un seguimiento personalizado, incluso con las personas que han sido devueltas o expulsadas a sus países. Mustapha M- Lamin Ahmed recuerda especialmente el reciente caso de un marroquí que llevaba doce años en España, y quien, al tramitar la renovación de sus papeles, se encontró con una orden de expulsión, justo cuando acababa de traerse a vivir a su mujer, embarazada de gemelos. También le impactó el caso de un joven argelino, que vino simplemente con el objetivo de averiguar qué había sido de su madre, a la que no veía desde los 10 años, para después regresar a Argelia y seguir estudiante. «Este chico estuvo tres semanas en el CIE y fue devuelto, nos dolió mucho».