24 horas de adoración eucarística acompañaron la celebración de la Jornada de la Sagrada Familia
24 horas de adoración eucarística en la cripta de la catedral de La Almudena acompañaron la celebración de la Jornada de la Sagrada Familia en Madrid. Monseñor Osoro confesó a varias personas, y dirigió unas palabras, en las que se preguntó «cómo entregar y anunciar la alegría del Evangelio» en un momento «en que se están poniendo fundamentos para el nacimiento de una nueva época» histórica. Las familias cristianas –dijo– están llamadas a construir un «humanismo verdadero»
«De aquí, de la blanca hostia, va a brotar un río que va a llegar a muchísima gente», decía el sacerdote Fernando Simón, Delegado de Pastoral Familiar, al comienzo de la cadena de oración, que «va a tocar el corazón» y va a llegar «a multitud de matrimonios en crisis, que sufren, que tienen problemas. No los veis, pero habrá miles de matrimonios que deseen quererse más; matrimonios que no se rompan, mujeres que no aborten, jóvenes que comprendan la grandeza del matrimonio y que ese para siempre es posible».
Celebró a continuación la Eucaristía el párroco de Santa María de Caná (en Pozuelo de Alarcón), don Jesús Higueras, parroquia que tenía asignado el primero de los turnos de adoración, en los que, durante las siguientes 24 horas, fueron dándose el relevo unas parroquias a otras.
Durante la Misa, monseñor Carlos Osoro permaneció confesando a fieles. Al término, antes de sumarse en silencio a la adoración eucarística, dirigió unas palabras a la asamblea.
El arzobispo pidió a las familias vivir según lo que creen, para, de este modo, anunciar de modo convincente el Evangelio. Este anuncio –enfatizó– es hoy más necesario que nunca, en un «momento en que se están poniendo los fundamentos para el nacimiento de una nueva época» histórica.
En este momento histórico de profundos cambios, las familias cristianas, viviendo con coherencia su fe, podrán entregar «lo que es necesario para que se vaya fraguando un humanismo verdadero».
Señor Jesucristo, al iniciar estas 24 horas de oración a Tu Santísima Persona en el misterio de la eucaristía y para orar por las familias cristianas, por las Iglesias domésticas, cómo no preguntarnos ante ti cómo entregar la Belleza, que eres tú mismo, a esta historia, en este momento en que viven los hombres y en el que se está fraguando una nueva época de la historia humana. La Iglesia, la obra que tú hiciste y de la que nosotros somos parte, tiene la misión de estar anclada en el corazón del mundo. Tiene que hacerse presente en fidelidad al misterio de la encarnación en medio de la historia y de los caminos que tienen los hombres, y tiene una institución en la que Tú quisiste venir a este mundo, hacerte presente y tomar rostro humano, que es la familia. Y por eso también la familia cristiana puede dar fiesta y vida a este nuevo momento histórico que está naciendo.
La Iglesia doméstica, que es la familia cristiana, creemos y afirmamos que tiene un protagonismo singular. Son necesarias familias que estén dispuestas ante ti a preguntarse: ¿creemos y fraguamos nuestra vida verdaderamente en ese amor que nos envuelve, que eres Tú mismo, Señor? ¿Vivimos según lo que creemos?
Son necesarias familias que, con su testimonio de vida, sin andar con rodeos, se sientan responsables a entregar y anunciar la alegría del Evangelio. Esta humanidad tiene necesidad de este anuncio. Tú, Señor, tienes que estar en el centro, e iremos a todos los lugares si vamos desde el centro, que eres Tú.
Al igual que en el comienzo de tu vida pública , allí hubo una familia que no podía celebrar y ofrecer fiesta porque faltaba vino, pues, Señor, sabes bien que no se puede hacer fiesta en esta humanidad si falta Tu presencia, la presencia de Dios en la vida de los hombres.
Por eso, Señor, urge que las familias cristianas entreguen el mismo regalo que Tú, Señor, hiciste en las bodas de Caná, que no fue otra cosa que Tu presencia, Tu gracia, Tu amor. Solamente así se puede hacer fiesta, y hoy tenemos que entregar la Iglesia, porque Tú has querido que sea prolongación de Tu presencia, y quién mejor que la Iglesia doméstica, que las familias, entreguen lo que es necesario para que se vaya fraguando un humanismo verdadero… Qué mejor que hacer este regalo en este momento en que se están poniendo fundamentos para el nacimiento de una nueva época.
Hoy, Señor, te pedimos a Ti; como arzobispo te pido para todas las familias ánimo, que sean familias valientes, que vivan de lo que tienen. Tienen Tu amor. Que hagan entrega incondicional de este amor a través de la fidelidad, del servicio, del perdón, de la creación de la fraternidad y de la filiación, de la dependencia de Dios. Que vivan de lo que tienen, que regalen lo que tienen, que es Tu amor. Que sean valientes y audaces. Que las familias cristianas, Iglesias domésticas, hagan que permanezca la fiesta, que solamente Tú, Señor, puedes hacer posible en este mundo. Y este mundo la necesita.
Gracias, Señor, por estas obras de diálogo y de adoración a Tu persona que las familias van a hacer durante estas 24 horas.
Te pedimos, Señor, que tu santísima Madre, Nuestra Señora Real de la Almudena, esté junto a nosotros, en este diálogo abierto y sincero contigo, pidiéndote la ayuda que necesita hoy la humanidad: familias cristianas, iglesias domésticas, como en el inicio mismo de la Iglesia que Tú, Señor, has fundado, y de la que nosotros somos una pequeña parte.