El decálogo para la paz - Alfa y Omega

El decálogo para la paz

De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas» (Is 2, 4). A la llegada de nuestra peregrinación a Asís todas las campanas de la ciudad han repicado como expresión de gozosa esperanza…

Redacción
Mujeres afganas con burka, en el 2000

Monición introductoria
De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas» (Is 2, 4).

A la llegada de nuestra peregrinación a Asís todas las campanas de la ciudad han repicado como expresión de gozosa esperanza. La esperanza de la paz se ha renovado en la escucha de los testimonios y en la oración de los diversos grupos. La paz ha de ser confirmada con el compromiso común que cada uno de nosotros asume ante el Dios vivo, ante los hermanos y hermanas de la propia religión y de las demás, y ante el mundo entero. La paz ha de mirar al futuro de la Humanidad y de la creación con renovada valentía.

¡Que la paz sea bendición para todos!

Cardenal Francis Arinze
Presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo interreligioso

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Decálogo

Patriarca ecuménico Bartolomé I, de Constantinopla:
Reunidos aquí, en Asís, hemos reflexionado juntos en la paz, don de Dios y bien común de toda la Humanidad. Aun perteneciendo a tradiciones religiosas diferentes, afirmamos que para construir la paz es necesario amar al prójimo, respetando la regla de oro: Haz a los demás lo que quisieras que te hicieran a ti. Con esta convicción, trabajaremos incansablemente en la gran obra de la paz. Por esto:

Reverendo Konrad Raiser (Consejo Ecuménico de las Iglesias):
Nos comprometemos a proclamar nuestra firme convicción de que la violencia y el terrorismo se oponen al auténtico espíritu religioso, y, condenando cualquier recurso a la violencia y a la guerra en nombre de Dios o de la religión, nos comprometemos a hacer todo lo posible para erradicar las causas del terrorismo.

Bhai Sahibji Mohinder Singh (sij):
Nos comprometemos a enseñar a las personas a respetarse y estimarse recíprocamente, para hacer posible una convivencia pacífica y solidaria entre los miembros de etnias, culturas y religiones diversas.

Metropolita Pitirim (del Patriarcado ortodoxo de Moscú):
Nos comprometemos a promover la cultura del diálogo, para que aumenten la comprensión y la confianza mutua entre las personas y los pueblos, puesto que éstas son las premisas de la auténtica paz.

Metropolita Jovan (del Patriarcado ortodoxo de Serbia):
Nos comprometemos a defender el derecho de toda persona humana a vivir una existencia digna según su identidad cultural y a formar libremente una familia.

Jeque Abdel Salam Abushukhadaem (musulmán):
Nos comprometemos a dialogar, con sinceridad y paciencia, sin considerar lo que nos diferencia como un muro infranqueable, sino, por el contrario, reconociendo que la confrontación con las diversidades ajenas puede convertirse en ocasión para una mayor comprensión recíproca.

Obispo Vasilios (de la Iglesia ortodoxa de Chipre):
Nos comprometemos a perdonarnos mutuamente los errores y prejuicios del pasado y del presente, y a apoyarnos en el esfuerzo común por vencer el egoísmo y el atropello, el odio y la violencia, y por aprender del pasado que la paz sin justicia no es auténtica paz.

Señor Chang-Gyou Choi (confucionista):
Nos comprometemos a estar de parte de los que sufren en la miseria y el abandono, haciéndonos portavoces de los que no tienen voz y trabajando activamente para superar esas situaciones, con la convicción de que nadie puede ser feliz solo.

Hojjatoleslam Ghomi (musulmán):
Nos comprometemos a hacer nuestro el grito de los que no se resignan a la violencia y al mal, y queremos contribuir con todas nuestras fuerzas a dar a la Humanidad de nuestro tiempo una esperanza real de justicia y paz.

Reverendo Nichiko Niwano (budista):
Nos comprometemos a apoyar cualquier iniciativa que promueva la amistad entre los pueblos, convencidos de que el progreso tecnológico, si falta un entendimiento solidario entre los pueblos, expone al mundo a peligros crecientes de destrucción y muerte.

Rabino Samuel-René Sirat (judaísmo):
Nos comprometemos a pedir a los responsables de las naciones que hagan todos los esfuerzos posibles para que, a escala nacional e internacional, se edifique y consolide, sobre la base de la justicia, un mundo de solidaridad y paz.

Doctor Mesach Krisetya (Conferencia Menonita Mundial):
Nosotros, pertenecientes a tradiciones religiosas diversas, no nos cansaremos nunca de proclamar que la paz y la justicia son inseparables, y que la paz en la justicia es el único camino por el que la Humanidad puede avanzar hacia un futuro de esperanza. Estamos convencidos de que en un mundo con fronteras cada vez más accesibles, distancias cada vez más cortas y relaciones cada vez más fáciles, gracias a una densa red de comunicaciones, la seguridad, la libertad y la paz no podrán ser garantizadas por la fuerza, sino por la confianza recíproca.

Que Dios bendiga nuestros propósitos y dé al mundo la justicia y la paz.

Juan Pablo II:
Nunca más violencia!
¡Nunca más guerra!
¡Nunca más terrorismo!
En nombre de Dios, toda religión difunda en la tierra justicia y paz, perdón y vida, amor.

El Poverello de Asís con el hermano Lobo

Cántico de las criaturas

Omnipotente, altísimo, bondadoso Señor,
tuyas son la alabanza, la gloria y el honor,
tan sólo tú eres digno de toda bendición,
y nunca es digno el hombre de hacer de ti mención.
Loado seas por toda criatura, mi Señor,-
y en especial loado por el hermano sol,
que alumbra, y abre el día, y es bello en su esplendor,
y lleva por los cielos noticia de su autor.
Y por la hermana luna, de blanca luz menor,
y las estrellas claras, que tu poder creó,
tan limpias, tan hermosas, tan vivas como son,
y brillan en los cielos: ¡loado, mi Señor!
Y por la hermana agua, preciosa en su candor,
que es útil, casta, humilde: ¡loado, mi Señor!
Por el hermano fuego, que alumbra al irse el sol,
y es fuerte, hermoso, alegre: ¡loado, mi Señor!
Y por la hermana tierra, que es toda bendición,
la hermana madre tierra, que da en toda ocasión
las hierbas y los frutos y flores de color,
y nos sustenta y rige: ¡loado, mi Señor!
Y por los que perdonan y aguantan por tu amor
los males corporales y la tribulación:
¡felices los que sufren en paz con el dolor
porque les llega el tiempo de la consolación!
Y por la hermana muerte: ¡loado, mi Señor!
Ningún viviente escapa de su persecución;
¡ay, si en pecado grave sorprende al pecador!
¡Dichosos los que cumplen la voluntad de Dios!
¡No probarán la muerte de la condenación!
Servidle con ternura y humilde corazón.
Agradeced sus dones, cantad su creación.
Las criaturas todas, load a mi Señor.
Amén.

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Un kamikaze palestino preparado para quitarse la vida en un atentado terrorista

Signo de paz

Gloria, honor y paz para quien obra el bien». Seamos instrumentos de la paz que viene de lo alto. Recordemos que no hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón. Sellemos con un gesto de paz entre nosotros el compromiso por la paz proclamado con distintas voces. Llevemos paz a los cercanos y a los lejanos, a las criaturas y a la creación.

Cardenal Walter Kasper
Presidente del Consejo Pontificio para promoción de la unidad de los cristianos

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El adiós del Papa

Una vez más. Asís ha vuelto a ser oriente de renovada esperanza. Demos gracias al Señor, el divino Constructor de la casa de la paz.

Gracias a todos vosotros, que habéis vivido este acontecimiento con el testimonio, con la oración y con el compromiso común al servicio de la construcción de la paz.

Gracias a todos los que lo han hecho posible. Gracias a los hombres y a las mujeres de buena voluntad, que en todas partes de la tierra están unidos espiritualmente a nosotros en esta obra.

Dios, fuente de todo bien, conceda su bendición y su paz a los constructores de la paz. En su nombre vayamos, tejamos la paz con el hilo de oro de la justicia, de la libertad y del perdón.

Juan Pablo II