El sacerdocio es «uno de los mayores obstáculos» en el diálogo con los luteranos
La Universidad Pontificia de Comillas analiza en sus XIV Jornadas de Teología la situación del diálogo con los luteranos, pocas semanas antes de que católicos y luteranos conmemoren juntos el 500º aniversario de la Reforma
El 500º aniversario de la Reforma de Lutero, que se celebrará el 31 de octubre, ha sido el eje en torno al que han girado este martes y miércoles las XIV Jornadas de Teología de la Universidad Pontificia de Comillas, celebradas en Madrid. Expertos en el diálogo ecuménico con las comunidades protestantes han analizado en qué situación se encuentra este, en el año en que católicos y protestantes conmemoran de forma conjunta el comienzo de la Reforma.
Actualmente, «uno de los mayores obstáculos» en el camino hacia la unidad es la cuestión del ministerio sacerdotal. Así lo reconocen miembros de ambas iglesias, ha explicado Santiago del Cura, profesor de la Facultad de Teología del Norte de España. Esta cuestión es problemática incluso si se excluyen de la misma aspectos como el ministerio del Papa o la ordenación de mujeres.
La principal diferencia radica en que los luteranos rechazan categóricamente que el sacerdocio sea un sacramento. Sin embargo, incluso entre ellos hay diferentes acentos, desde los que consideran el ministerio una mera consecuencia del sacerdocio común de los bautizados, hasta los que, en sintonía con la tradición teológica anterior, lo consideran algo instituido por Cristo.
Amplio consenso en torno a la justificación
En todo caso, el diálogo en este punto no ha sido infructuoso. Además de algunos acercamientos, el profesor Del Cura ha subrayado que «el redescubrimiento en el mundo católico de la importancia del sacerdocio común se debe en gran medida al estímulo proveniente del mundo protestante».
Los pocos avances en este punto contrastan con otras polémicas aparentemente más problemáticas, como la de la justificación, hoy ya superada. Angelo Maffeis, profesor de la Facultad de Teología de la Italia Septentrional, ha subrayado cómo el diálogo que comenzó después del Vaticano II no solo desembocó en 1999 en la Declaración conjunta sobre la Doctrina de la Justificación, sino que en los casi 20 años que han transcurrido desde entonces el consenso ecuménico se ha ampliado «de forma significativa» gracias a las adhesiones a la misma de comunidades que en su día fueron críticas, como las metodistas y reformadas –este mismo año–, además de la aceptación de la Comunión Anglicana.
La Eucaristía no es simbólica
Pablo Blanco Sarto, profesor de la Universidad de Navarra, abordó otro ámbito del diálogo: la Eucaristía. En él –ha explicado– se han dado «numerosos e interesantes acercamientos», comenzando por «una comprensión más profunda» por parte de todos. «Entre los protestantes hay un mayor consenso hacia la posición católica, al tiempo que existe una mayor apertura católica hacia las preocupaciones luteranas».
La mayor cercanía se da en dos cuestiones: la presencia de Cristo y la Eucaristía como sacrificio. En el primero, ambas comunidades afirman que la consagración supone un cambio real y no solo una acción simbólica, aunque discrepan en el cómo se produce: para los luteranos, Cristo está presente «en, bajo y con» el pan y el vino, sin transubstanciación. Con todo, han entendido la necesidad de tratar con más respeto las especies sagradas tras la Cena del Señor.
El diálogo también ha contribuido a que entre los protestantes, que inicialmente rechazaban que la Eucaristía fuera un sacrificio, haya ahora «una mayor disponibilidad a considerarla no solo como un don sino como la ofrenda» única de Cristo a la que el fiel se une con su vida y en acción de gracias.
Las XIV Jornadas de Teología de la Universidad de Comillas comenzaron el martes con una conferencia del historiador Rafael Lazcano sobre La figura de Martín Lutero en su contexto histórico. A continuación, el profesor de Comillas Santiago Madrigal abordó algunas Reflexiones eclesiológicas sobre la división eclesial. Madrigal explicó que «grandes teólogos protestantes quieren asumir» en su pensamiento sobre la Iglesia, compaginándolas, tanto la postura luterana –la Iglesia como simple receptora de la justificación, como congregación de los fieles– como la católica, que defiende que la Iglesia es mediadora de la salvación.