Víctimas invisibles de los terroristas del Dáesh
Cientos de mujeres musulmanas fueron violadas por los terroristas, pero, al no pertenecer a una minoría religiosa o étnica en Irak, ha sido invisibilizadas y repudiadas por sus maridos
Umm Diya no se llama Umm Diya. Está sentada en el suelo, sobre una lona de flores. No levanta la cabeza. «La noto turbada, por recordar algo tan doloroso, y por contar su historia a un hombre una vez más», explica Osama Bin Javaid, periodista de la versión inglesa de Al Jazeera, que ha viajado hasta un albergue en el norte de Irak donde viven 14 mujeres que, entre 2014 y 2017, fueron secuestradas, torturadas y violadas por miembros del autoproclamado Estado Islámico.
Estas mujeres se llaman a sí mismas «víctimas invisibles del ISIS». Porque sus familias y comunidades las han rechazado, y porque no están incluidas en la ley que protege a los supervivientes yazidíes, aprobada por el Parlamento iraquí en marzo de 2021. Esta ley reconoce los actos de genocidio y los crímenes perpetrados contra las minorías yazidí, cristiana y turkmena. Pero las mujeres de este albergue son árabes musulmanas chiitas y sunitas, y la ley no las alcanza.
Umm Diya fue secuestrada y violada, y ahora lucha por sacar adelante a sus tres hijos, de 13, 10 y 7 años. «Los miembros del ISIS me mantuvieron en una casa con mis hijos, donde también había otras mujeres», explica en el reportaje de Al Jazeera. «Nuestra tortura comenzó allí». A los hijos no los tocaron. Pero presenciaron los abusos a su madre. «Nos colgaron de las piernas al ventilador del techo; nos pegaban con palos; nos azotaban». Motivo por el que la niña de 13 años ha perdido la capacidad de hablar. «Escucha, pero no dice una palabra».
Umm Diya regresó a casa. Pero no encontró algo mucho mejor. Tuvo que enfrentarse al rechazo y a la violencia de su familia. «Tienen la creencia de que, si te han violado, eres una mujer del ISIS», explica Yanar Mohammed, presidenta de la Organization of Women’s Freedom en Irak y responsable del albergue. El líder de la comunidad de Umm Diya la declaró «objeto de vergüenza», y toda su familia y amigos la abandonaron. «Mi marido me escupió y comenzó a golpearme con mi hermano. Me pegaron tanto que tuvieron que llevarme al hospital».
—Eres una vergüenza para mí y para nuestra familia, ya no te quiero; has entregado tu cuerpo a los militantes de ISIS.
Así fue como Umm Diya y sus hijos terminaron en el albergue, que abrió sus puertas en 2021. Algunas de las mujeres que han pasado por él han regresado a sus hogares familiares —sus maridos se han vuelto a casar— para trabajar como sirvientas en la casa y poder estar cerca de sus hijos. Pero la mayoría de «las mujeres árabes musulmanas que fueron esclavizadas por el Dáesh no han encontrado un lugar al que regresar; todavía viven en las sombras sin nadie que las reconozca y las respete», explica Mohammed. Según la Organization of Women’s Freedom, cientos de mujeres musulmanas fueron víctimas del ISIS, pero, aseguran, esto no ha sido «reconocido por la comunidad internacional». El trabajo de esta organización es que se las incluya en la ley que repara a las víctimas.
Hazeen tiene 16 años y tampoco se llama Hazeen. Se la llevaron junto a su madre cuando era una niña. Las violaban a las dos, a destiempo. Para que lo vieran.
—Lo peor que vi fue a un niño, en pañales, al que mataron y tiraron a un pozo.
El periodista les asegura que contará al mundo su terrible experiencia. «A nadie le importa», sonríe Umm Diya con tristeza.