Misionera superviviente en Mozambique: «Nunca condené a los terroristas»

Misionera superviviente en Mozambique: «Nunca condené a los terroristas»

Ángeles López, cuya misión fue atacada el 6 de septiembre, ha venido unos meses a España pero «con billete de vuelta»

Redacción
Misioneras ataque terroristas en Mozambique
Ángeles López, en Chipene. Foto: OMP

Ángeles López, la misionera comboniana española que sobrevivió el 6 de septiembre al ataque yihadista que acabó con la vida de su hermana Maria de Coppi en Chipene (Mozambique) ha perdonado a los terroristas. Mejor dicho, «no tengo que perdonarlos, porque yo nunca los condené. Ellos son mandados, son pobrecita gente, drogados, de este lugar que los mandan a hacer eso, pero que no son culpables por nada. Si no hacen eso, los matan a ellos», explica en una entrevista a Obras Misionales Pontificias.

López se encuentra estos días en España, recuperándose y pasando unas pruebas médicas. Aquí celebrará sus bodas de oro como misionera. Pero, a sus 82 años, sigue pensando en regresar a Mozambique. «Si estoy bien, en enero regreso. Tengo billete de ida y vuelta». ¿Volverá a Chipene? No se sabe, porque la incertidumbre es grande. «Parece que será imposible recuperarse, es muy difícil. Es la misión que estaba más cerca del límite de Cabo Delgado». Allí desde hace cinco años hay una guerra cruel, que está avanzando hacia Nampula.

En cualquier caso, asegura que no tiene miedo y que en ello ha jugado un papel importantísimo la fe. «En aquel momento tuve una ayuda fuerte del Señor, estaba bastante serena. Esto ha fortalecido mi fe 100 %. Si Dios no me hubiera ayudado no hubiera podido soportar cosas de este tipo».

En la entrevista, ha desvelado nuevos detalles de la experiencia traumática vivida hace unas semanas. Además de perder a su hermana, perdió todas sus posesiones, incluido su móvil y los audífonos.

Con los brazos en cruz

Por ejemplo, cómo minutos antes del ataque, De Coppi «que era siempre muy optimista, me dijo aquella noche: “Oye, Ángeles, yo presiento que alguna cosa va a pasar”. A lo que yo respondí: “Ay, María, no digas eso; es la segunda guerra que pasamos, no es la primera. Verás que todo va a ir bien”».

Cuando, ya muerta, los atacantes empezaron a prender fuego al edificio, López les pidió que sacaran a su compañera para que su cuerpo no se quemara. «Lo cogieron, lo arrastraron por los brazos a la calle, lo tiraron fuera a la tierra». Y quedó con los brazos en cruz.

En ese momento, ella estaba en poder de los terroristas. Por eso no pudo seguir su primer impulso, de ir a avisar a la otra compañera italiana, que estaba durmiendo con las niñas que quedaban en la casa. «Fue providencial porque si me hubieran dejado, hubieran descubierto a las chicas».

Mejor de un disparo

En la hora en la que estuvo en su poder, mientras quemaban la iglesia, estaba convencida de que la iban a matar. Deseaba que fuera de un tiro y no con catana, porque durante la guerra de independencia, como enfermera, muchas veces tuvo que suturar heridas de este tipo de arma sin anestesia.

Cuando por fin la dejaron libre y pudo ir a por la otra misionera y las chicas, tuvieron menos de diez minutos para escapar. Ya en el bosque, López, de 82 años, presionó a las niñas para que avanzaran sin ella, porque en medio de la oscuridad «se me caía la zapatilla, me enredaba, caía».

En pijama y sin audífonos, habría corrido un gran peligro. Afortunadamente, una muchacha se empeñó en quedarse con ella, al menos para que pudiera saber de dónde venían los ruidos. «Y se quedó toda la noche, las dos como dos gatitos ahí cogiditas».

A pesar de todo ello, la misionera española ha querido aprovechar la entrevista para enviar un mensaje a los jóvenes: «Merece la pena gastar una vida por la misión. Hay muchas personas que nos esperan con sed de saber, con sed de conocer a Dios».