Víctimas de Rupnik: «Nuestros ideales fueron explotados»

Víctimas de Rupnik: «Nuestros ideales y formación en la obediencia fueron explotados»

Mirjam Kovak y Gloria Branciani, exmiembros de la Comunidad de Loyola, han comparecido por primera vez ante los medios para pedir «verdad y justicia» para al menos 20 víctimas

Redacción
La abogada Laura Sgrò, Gloria Branciani y Mirjam Kovac, víctimas de Rupnik
La abogada Laura Sgrò, Gloria Branciani y Mirjam Kovac. Foto: AFP / Andreas Solaro.

Mirjam Kovak y Gloria Branciani, dos exreligiosas y exmiembros de la Comunidad de Loyola, han acusado públicamente al sacerdote a Marko Rupnik de abusar de al menos 20 religiosas. El artista esloveno fue expulsado de los jesuitas el año pasado. Su caso está siendo investigado por el Vaticano, que cuenta con un dossier de investigación que recoge denuncias de todo tipo por hechos acaecidos a lo largo de más de 30 años.

«Hoy hemos contado nuestra historia. Nuestro deseo es que se reconozca la verdad, el mal que hemos sufrido, que también se nos dé visibilidad porque somos muchas», ha afirmado Branciani según recoge Europa Press. «Pero nos piden que guardemos silencio, que desaparezcamos de alguna manera, nos desacreditan y esto no es aceptable», ha denunciado.

Se trataba de la primera comparecencia ante los medios de ambas. Las acompañaba su abogada, Laura Sgrò, quien tiene experiencia legal en casos que tienen que ver con el Vaticano. Por ejemplo, ha representado a la familia de la joven Emanuela Orlandi, desaparecida en 1983 sin dejar rastro.

«Decía que así besaba el altar»

Las dos mujeres han sido llamadas para testificar ante el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, organismo del Vaticano que se ocupa de los procesos canónicos en materia de abusos sexuales a menores y a adultos vulnerables. La rueda de prensa ha tenido lugar cinco años después de la cumbre sobre abusos sexuales a menores convocada por el Papa en el Vaticano.

Braciani ha detallado los abusos que sufrió durante tres décadas y ha explicado que hay «al menos 20 religiosas» que pasaron por situaciones similares por parte de Rupnik. También ha explicado que al conocerlo, en 1985, cuando tenía 21 años y estudiaba Medicina, se sintió «desorientada» y «confusa». El sacerdote entró acreditado por «la autoridad de padre espiritual, confesor y también como garante del carisma de la naciente comunidad». Pero acabó «deformando» su «mundo espiritual» y su «relación con el Señor».

Solían hablar de arte «mientras él pintaba», ha relatado. Rupnik empezó a hacer hincapié en el contacto físico. «Me costaba imaginar que aquello era ya una estrategia para llegar a tener conmigo un tipo de relación física muy diferente, del mismo modo que no podía comprender que el abrazo después de cada confesión era una invitación a ir más allá», ha admitido. Acabó posando como modelo para el sacerdote. «Era ingenua e inexperta. En aquella ocasión me besó ligeramente en la boca, diciéndome que así besaba el altar donde celebraba la Eucaristía».

Transparencia y perdón

La exreligiosa abandonó la Comunidad de Loyola en 1994. «Hui por la profunda angustia que sentía. No quería seguir sintiendo el dolor y la sensación de pérdida de mi identidad», ha confesado. Estuvo a punto de suicidarse por el sufrimiento causado por el jesuita.

Branciani ha señalado que lo único que pide es «verdad y justicia, sin venganzas personales». Ha asegurado en este sentido que «me he perdonado y he perdonado a Rupnik». También reclama un proceso de «transparencia» en el que vengan reconocidos de forma pública «todo el mal» que han «sufrido en la comunidad».

Por su parte, Kovak ha explicado que se conocieron en la comunidad y que todas eran chicas jóvenes y llenas de ideales. «Estos mismos ideales junto con nuestra formación en la obediencia fueron explotados para cometer abusos de diversa índole: de conciencia, de poder, espirituales, psíquicos, físicos y a menudo incluso sexuales» ha señalado. «Nos encontramos frente a un muro y ahora queremos que el muro se derrumbe».

La instrucción sigue abierta

La causa judicial de Rupnik —un artista de fama mundial cuyos mosaicos adornan los principales santuarios del mundo— sigue abierta en el Vaticano. De hecho, su Oficina de Prensa informó el martes pasado de que la instrucción sigue abierta y que en los últimos meses se ha «contactado con las instituciones implicadas» para recibir toda la información disponible sobre el caso. «Habiendo ampliado el radio de la búsqueda a realidades no contactadas anteriormente y acabando de recibir los últimos elementos en respuesta, se tratará ahora de estudiar la documentación adquirida para identificar qué procedimientos será posible y útil poner en marcha», detallaron.

Hasta el momento, el Vaticano no ha tomado la medida de reducir al jesuita al estado laical. Tras una investigación preliminar encargada a la Compañía de Jesús, la entonces Congregación —hoy Dicasterio— para la Doctrina de la Fe determinó que los hechos en cuestión debían ser considerados prescritos y cerró el caso en octubre del 2022. Sin embargo, en septiembre del año pasado el Papa Francisco decidió levantar la prescripción de su caso y ordenó al dicasterio abrir diligencias.