Venezuela: el Papa está con los obispos y con el pueblo
La Iglesia católica no tiene dos posiciones distintas sobre la crisis política y social que azota Venezuela. El Papa «apoya completamente» a los obispos de ese país y es consciente, además, de que su palabra puede ser tergiversada. Estas son las conclusiones centrales de una audiencia privada de 50 minutos que sostuvo Francisco con la cúpula de los obispos venezolanos días atrás en el Vaticano. Un encuentro que sirvió para alinear posiciones, tras cierta falta de coordinación en la mediación entre las partes que intentó la Santa Sede
La situación en Venezuela se complica día tras día. Ya son más de 70 jornadas de manifestaciones y represión, con casi igual número de muertos, la mayoría jóvenes. Por eso, la Conferencia Episcopal de Venezuela (CEV) solicitó al Papa una audiencia urgente. En cuestión de horas el Pontífice respondió convocando a los obispos el 8 de junio a las 9:40 de la mañana. En la agenda papal se preveían 30 minutos, pero la reunión se extendió a 50.
Al salir del encuentro, el presidente de la CEV y arzobispo de Cumaná, Diego Padrón Sánchez, transmitió con insistencia tres ideas centrales: el Papa está informadísimo de lo que ocurre en Venezuela, respalda sin titubeos a los obispos y está muy conmovido por el sufrimiento del pueblo.
La información sobre la cita corrió por cuenta de los obispos. El Vaticano no emitió nota, aunque sí difundió el mensaje de saludo que la Conferencia Episcopal le dirigió al Papa. Un detalle significativo considerando que, en el pasado reciente, existieron ciertas diferencias entre ambos. Opiniones contradictorias específicamente sobre cómo gestionar la mediación entre el Gobierno y la oposición.
A finales de 2016 los obispos digirieron mal la decisión del enviado papal, Claudio María Celli, de reunirse con las partes en conflicto sin consultar antes a la CEV. «Aquel fue un error que no se volverá a repetir, la Santa Sede es consciente de la gravedad de la situación. El Papa jamás quemará las naves, ni quedará públicamente pegado a las posiciones críticas de los obispos, pero eso no quiere decir que no coincida con ellos», reveló a Alfa y Omega una fuente de primer nivel en la Curia romana.
Aquel error dio la posibilidad al presidente, Nicolás Maduro, de presentar a Francisco como un aliado, y contraponerlo a los obispos. Esto afectó seriamente la imagen del Papa en Venezuela y en la región. Lo que respondió, más bien, a una estrategia diplomática precisa, terminó siendo presentada como resultado de una opción ideológica.
«Ha sido una propaganda del Gobierno que ha dicho que el Papa está de parte de ellos y, si es así, está en contra de la oposición y lejos del pueblo. Nosotros queremos desmentir totalmente eso, porque estamos convencidos que él va por la línea del Evangelio y está con aquellos que más sufren, los pobres y necesitados. Él sabe que su palabra puede ser tergiversada y es normal que este tipo de gobiernos tiendan a tergiversarla», aclaró Diego Padrón.
Los obispos salieron fortalecidos de su viaje a Roma. No solo por el diálogo con Francisco sino, también, por otras reuniones con personajes clave de la Curia romana. La tarde del miércoles 7, en la vigilia de la audiencia con el Papa, estuvieron encerrados durante más de dos horas en una oficina del Vaticano que es encabezada por uno de los consejeros más respetados por el Pontífice.
Esa reunión sirvió para alinear posiciones y precisar el escenario. Además, los pastores se reunieron largamente con Paul Richard Gallagher, responsable para las Relaciones con los Estados de la Santa Sede y almorzaron con el secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin.
Con todos estos antecedentes, no resultaron casuales los duros términos con los cuales Padrón comentó la realidad venezolana tras su diálogo con el Papa. «El Gobierno quiere mantenerse en el poder a toda costa, tiene la voluntad de tener un pueblo sometido, callado, que no proteste y esto lo logra sin comida, sin medicinas, tenerlo ocupado en las necesidades de todos los días: un pueblo enfermo, con hambre, que sufre no se alza contra nadie», advirtió.
Hacia «una dictadura militar marxista»
El saludo de los obispos al Papa –replicado por el Vaticano– fue aún más gráfico. Le advirtieron de que en Venezuela ya no existe un conflicto ideológico «entre derechas e izquierdas o entre patriotas y escuálidos», sino «una lucha entre un Gobierno devenido en dictadura, autorreferencial, que solo sirve para sus propios intereses y todo un pueblo que clama libertad». También se califica de «innecesaria, inconveniente y peligrosa» la iniciativa del presidente Maduro de convocar a una Asamblea Nacional para reformar la Constitución.
«Esta Asamblea, prevista para fines del próximo mes de julio, será impuesta por la fuerza y sus resultados serán la constitucionalización de una dictadura militar, socialista-marxista y comunista, la permanencia ilimitada del actual Gobierno, la anulación de los poderes públicos constituidos, particularmente de la actual Asamblea Nacional, representante de la soberanía popular, el aumento de la persecución y exilio de los opositores al sistema político dominante y la ampliación de las facilidades para la corrupción de los gobernantes y sus adláteres», explicaron los obispos.
Y agregaron: «De aprobarse, no se descartan mayores controles a la libertad de expresión, incluso a la libertad religiosa, y mayor represión para la ciudadanía. Por estas y otras razones la CEV rechaza categóricamente la instalación y desarrollo de dicha Asamblea Constituyente, de carácter comunal y excluyente».
Aunque la Conferencia Episcopal se mostró escéptica ante la posibilidad de retomar el fracasado diálogo, en el Vaticano aún confían en una última oportunidad. El 31 de mayo, el presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Julio Borges, se reunió con el secretario de Estado, Parolin. Lo acompañó el jefe de la Mesa de Unidad Democrática, Stalin González. En ese encuentro se planteó resucitar la mediación pontificia, en medio de la crisis.
La Santa Sede estaría dispuesta a un último esfuerzo, siempre y cuando se cumplan cuatro condiciones: apertura de un canal humanitario que permita el ingreso al país alimentos y medicamentos, la presentación de un cronograma general de elecciones, el respeto a la autonomía de la Asamblea Nacional y, la liberación de los detenidos por causas políticas.