Una teología de la mujer y de la familia - Alfa y Omega

Una teología de la mujer y de la familia

Redacción

Pocos minutos antes de presidir la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II, el Papa Francisco se dirigió a un numeroso grupo de jóvenes de la diócesis de Buenos Aires, reunidos en la capital argentina para celebrar, desde la distancia, este acontecimiento eclesial. El Papa se centró en la figura de varios jóvenes que aparecen en las páginas del Evangelio, e interpeló: «¿Quién eres tú? ¿El entusiasta, como los apóstoles, antes de iniciar el camino junto a Jesús? ¿El que quiere seguir a Jesús porque le gusta, pero está atornillado a tantas cosas que lo atan y no lo puede seguir, como el joven rico? ¿Como aquel que se gastó toda la herencia de su padre, pero que se animó a volver y está sintiendo en ese momento el abrazo de la misericordia? ¿O estás muerto? Si estás muerto, sabe que la Madre Iglesia está llorando por ti, y Jesús es capaz de resucitarte. Dime, ¿quién eres tú? Dítelo a ti mismo; eso te va a dar fuerza».

El Papa Francisco se dirigió especialmente a las chicas, y esbozando toda una teología de la mujer, explicó: «Vosotras sois aspirantes a consolidar con vuestra vida la ternura y la fidelidad. Vosotras estáis sobre el camino de esas mujeres que seguían a Jesús, en las buenas y en las malas. La mujer tiene ese gran tesoro de poder dar vida, de poder dar ternura, de poder dar paz y alegría». Mostró también que «hay un solo modelo para vosotras: María, la mujer de la fidelidad, la que no entendía lo que le pasaba pero obedeció. La que en cuanto supo lo que su prima necesitaba, se fue corriendo, la Virgen de la Prontitud. La que se escapó como refugiada en un país extranjero para salvar la vida de su hijo. La que ayudó a crecer a su Hijo y lo acompañó; y, cuando su Hijo empezó a predicar, iba detrás de Él. La que sufrió todo lo que le estaba pasando. La que estaba al lado de ese Hijo y le decía los problemas que había: Mira: no tienen vino. La que en el momento de la Cruz estaba junto a Él». Por eso, la mujer «tiene una capacidad para dar vida y para dar ternura que no la tenemos los varones. La Iglesia es femenina, es como María. Ése es el lugar vuestro. Ser Iglesia, conformar Iglesia, estar junto a Jesús, dar ternura, acompañar, dejar crecer», concluyó.

El Papa también manifestó su preocupación en materias referidas a la familia y a la vida, en su discurso a los obispos de la Conferencia Episcopal de Sudáfrica, en visita ad limina. Así, subrayó cómo «el aborto agrava el dolor de muchas mujeres que ahora llevan consigo profundas heridas físicas y espirituales después de sucumbir a las presiones de una cultura secular que devalúa el regalo de Dios de la sexualidad y el derecho a la vida del no nacido». Junto a ello, «el aumento de separaciones y divorcios, incluso en muchas familias cristianas, conlleva que los niños con frecuencia no crezcan en un ambiente familiar estable». Ante este panorama, el Papa Francisco defendió el matrimonio como «una alianza de amor para toda la vida entre un hombre y una mujer, que implica sacrificios reales para alejarse de las nociones ilusorias de la libertad sexual y fomentar la fidelidad conyugal», algo que se prepara en programas de preparación para el matrimonio que den a los jóvenes «una nueva esperanza para su futuro como esposos y esposas, padres y madres».