Una mirada retrospectiva - Alfa y Omega

Después de tanto tiempo de interrupción, creo conveniente hacer un breve y sencillo repaso por los temas que han ocupado nuestra narración, a fin de que los que lo han seguido recuperen el hilo conductor de nuestro discurso; y que aquellos que se incorporan por primera vez no queden algo aturdidos por no saber bien a cuento de qué se habla de determinadas cuestiones. Invito a los lectores a repasar los textos anteriores.

En efecto, hace ya bastante tiempo comenzábamos esta andadura como una modesta invitación a la reflexión, bien individual o compartida entre grupos (lo cual me consta se ha hecho en algunos lugares), a fin de que nuestra fe, la de quienes nos decimos creyentes católicos, no permanezca en un estado de inercia tradicional o de superficialidad folclórica. La fe busca entender tanto como nuestro entendimiento busca creer: la primera para no convertirse en un acto emotivo y ciego, impropio del ser racional y libre que somos cada uno de nosotros; el segundo para no encerrarse en los puros límites de su capacidad natural y tener acceso gratuito, de este modo, a las grandes verdades reveladas del misterio de Dios.

Se iniciaba nuestro análisis por la cuestión de la fe, como acto humano, consciente y libre, voluntario y responsable, elevado por la gracia a la categoría de virtud sobrenatural por la que el hombre intimida con lo profundo de Dios: la fundamentación racional de dicho acto, sus posibilidades y dinamismo, sus argumentos y alcances, el conocimiento humano de Dios y la relación entre la fe y la razón, entre el hombre y el mundo y Dios, etc.; todo esto constituyó un primer gran bloque de cuestiones.

La negación de Dios, tanto en su dimensión más práctica como en el discurso teórico, constituyó un segundo gran bloque de textos: el ateísmo y sus diversas manifestaciones, sus argumentos y las posibles refutaciones ocuparon no poco de nuestro tiempo, dada la vigente actualidad del tema en nuestros días.

Los distintos caminos que el hombre de todos los tiempos ha recorrido hasta llegar a encontrarse con Dios componen, podemos decir, un tercer grupo de escritos: la vía antropológica y la metafísica, la contemplación del cosmos y la senda estética, son algunos de estos itinerarios que han acercado la criatura a su Creador. Frente a ello, el análisis de la llamada «teología de la muerte de Dios» exigió un esfuerzo por conocer, si quiera, algunos de sus representantes y de sus principales ideas.

Otras cuestiones que también se relacionan con la vida creyente de aquel que tiene fe en un Dios sobrenatural ocuparon nuestra atención: la fe y la sociedad, la fe y la ética, el problema de la tolerancia y la libertad moral, la búsqueda humana del sentido de la vida y los límites de la ciencia, la fe y la política ante unas elecciones, etc. Son pistas sencillas que, lejos de agotar los temas con afirmaciones cerradas, pretenden abrir cauces para una investigación posterior. Se trata de pensar, a la luz de la fe, sobre las grandes cuestiones que atañen al enigma más profundo del ser humano.

Por último, y puesto que es el fundamento de la vida de la fe, la persona de Jesucristo centró nuestra atención: su historicidad y su mensaje, sus milagros y la Iglesia, otorgan a nuestro asentimiento motivos de credibilidad que, si bien no eluden la aventura arriesgada de creer, al menos lo dotan de la suficiente coherencia como para no considerarlo absurdo o irracional.

Continuaremos, en adelante, repasando ciertos temas que consideramos de interés, toda vez que tienen que ver con nuestra respuesta hoy a la propuesta de la fe: el lenguaje humano sobre Dios y la importancia que su presencia tienen en nuestra sociedad, la siempre amenazante cuestión del mal o la aparente crisis moderna de la religión, etc. Prosigamos juntos, pues, nuestra reflexión y ofrezcamos suficiente madurez humana al don recibido de la fe divina.