Una mirada a la esperanza. Un tiempo nuevo
Recientemente, el Papa Francisco en su encíclica Laudato si, con un lenguaje directo e incisivo, ha cuestionado el modelo productivo dominante y el consumismo en los países ricos y ha abordado la cuestión de la desigualdad en la distribución de los recursos. El Papa nos llama a un cambio radical en nuestro comportamiento porque «los países pobres necesitan tener como prioridad la erradicación de la miseria y el desarrollo social de sus habitantes». Estas son algunas de sus reflexiones:
–La tierra de los pobres del Sur es rica y poco contaminada, pero el acceso a la propiedad de los bienes y recursos para satisfacer sus necesidades vitales les está vedado por un sistema de relaciones comerciales y de propiedad estructuralmente perverso.
–Es insostenible el comportamiento de aquellos que consumen y destruyen más y más, mientras otros todavía no pueden vivir de acuerdo con su dignidad humana. Por eso ha llegado la hora de aceptar cierto decrecimiento en algunas partes del mundo aportando recursos para que se pueda crecer sanamente en otras partes.
–Estamos ante un desafío educativo para contrarrestar la cultura del descarte que se ha implantado en las sociedades occidentales.
–Una buena educación escolar en la temprana edad coloca semillas que pueden producir efectos a lo largo de toda una vida.
–No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental. Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y para cuidar la naturaleza.
Desde Jóvenes y Desarrollo, como ONGD Salesiana, hemos recibido la Laudato si con el sentido de responsabilidad que merece. Nos ayudará a seguir centrando nuestra actividad en la educación como motor de desarrollo de los pueblos y a continuar fomentando la cultura de la justicia y solidaridad, prestando atención educativa y formativa a los jóvenes que se encuentran en situación de desventaja económica, de marginalidad o en riesgo y dando respuesta, mediante personas, recursos y proyectos a las necesidades educativas y sociales de los más desfavorecidos.
El pasado 21 de junio, en su visita a Turín, el papa Francisco nos ha recordado:
«Tenéis el mismo desafío que tuvo Don Bosco: salir al encuentro de los jóvenes en los contextos donde sobre todo falta el amor, la comprensión, la ternura, la esperanza. Hace falta transmitirles la alegría salesiana, promoviendo las cosas buenas con creatividad».
Queda mucho por hacer mientras 800 millones de personas vivan en los países del Sur en condiciones de pobreza y, de ellas, 550 millones estén en la miseria; mientras 6 millones de niños mueran cada año antes de cumplir los 5 años; mientras 58 millones de niños no vayan a la escuela primaria y mientras millones de niños y jóvenes vivan marginados de los progresos mundiales, mientras estas cifras sigan siendo una realidad, la labor de Jóvenes y Desarrollo y de los salesianos no habrá terminado.