No hay nada más humano y más divino que el Niño Jesús. Porque es Dios y es perfecto hombre. Qué misterio tan maravilloso celebramos. Como para no estar alegres con la noticia, con la Buena Nueva, porque sigue ocurriendo cada mes de diciembre. Incluso en un año tan desgraciado como este. Hace más de 2.000 años el ángel lo anunciaba a los pastores, que llenos de alegría acudieron al portal de Belén. Pastores de carne y hueso, con sus problemas y sus penas, pero también con sus esperanzas. Todos los pusieron a los pies del Niño Dios.
Es una Navidad con mucho dolor. Con terribles ausencias. Con sillas vacías en la mesa y huecos irremplazables en la vida. Qué difícil celebrar algo cuando el vacío de quienes se nos han ido nos anuda el corazón: los abuelos, un padre, una madre, un hermano, esa mejor amiga… ¿Cómo celebrarlo entonces si no hay ánimo?
Escuchaba Es Navidad, el nuevo villancico del colegio Tajamar, que como cada año se viraliza en redes sociales. Una expresión ansiosa de la necesidad de que nazca el Niño Jesús en estos momentos tan duros. Homenaje a los que no están, pero en un canto a la alegría. «Jesús llega ya, llénanos de paz», cantan al Niño, y le confiesan «tengo mil cosas para contar, quiero volver a verte». Porque solo Él llena de sentido esa paradoja: dolor y alegría. Como hace con lo humano y lo divino. Solo Él da sentido divino a algo tan humano como la muerte. Solo Él convierte el miedo en esperanza. Los alumnos entonan también la forma de llevar esta carga: «Te voy a esperar, se acabó el llorar, mira hacia el pesebre, es Navidad». Y como los pastores, le llevan todo lo que tienen, también el sufrimiento para que los ayude con la carga.
Este villancico es también una reivindicación como algo más que una canción festiva de temporada. Como una plegaria, un anuncio evangelizador, incluso una catequesis. Es contagiosa, pero no de un virus, sino de la felicidad por el nacimiento del Mesías. Las voces angelicales de Tajamar nos piden que cantemos. Aunque nos cueste, hagamos el esfuerzo. Y así nos uniremos a los coros celestiales. ¿Acaso no estarán cantando en el cielo los ángeles y los santos? Y allí gozan también los que se nos han ido y no nos quieren tristes. Unámonos a ellos, es Navidad.