«No hay pandemia que pueda apagar la luz de Jesús» - Alfa y Omega

«No hay pandemia que pueda apagar la luz de Jesús»

Durante el ángelus, el Papa ha pedido a los cristianos no distraerse con los adornos e «ir al significado» de la Navidad, «es decir a Jesús, al amor de Dios que Él nos reveló y a la bondad infinita que hizo resplandecer»

Redacción

Son días en que los cristianos levantan el árbol de Navidad y se coloca el belén. También en el Vaticano, a pesar de la intensa lluvia que cae sobre la ciudad eterna. Estos adornos no solo hacen las delicias de los niños sino que también «son signos de esperanza en este momento difícil», ha dicho el Papa este domingo durante el rezo del ángelus.

Pero cuidado, «asegurémonos de no detenernos en la señal» e «ir al significado, es decir, a Jesús, al amor de Dios que Él nos reveló y a la bondad infinita que hizo resplandecer en el mundo», ha advertido Francisco. «No hay pandemia, no hay crisis que pueda apagar esta luz», ha asegurado el Santo Padre al mismo tiempo que ha pedido dejar que este resplandor «entre en nuestro corazón» y que «extendamos la mano a los más necesitados. Así Dios nacerá de nuevo en nosotros y entre nosotros».

Conversión

Previamente a esta reflexión sobre el árbol y el belén, el Pontífice ha habado sobre la figura de Juan el Bautista, quien «señaló a sus contemporáneos un itinerario de fe similar al que el adviento nos propone a nosotros». Este camino es el de la conversión, ha explicado el Papa.

Convertirse «significa pasar del mal al bien, del pecado al amor de Dios», e implica también «el dolor de los pecados cometidos, el deseo de liberarse de ellos» y «el propósito de excluirlos para siempre de la propia vida», ha enseñado Francisco.

Para lograrlo «hay que rechazar además todo lo que está relacionado» con el pecado: «la mentalidad mundana, el apego excesivo a las comodidades, el apego excesivo al placer, al bienestar, a las riquezas». Todo ello, sin embargo, «no es un fin en sí mismo», sino que tiene como objetivo lograr «el reino de Dios», «la comunión con Dios» y «la amistad con Dios».

Muchas ataduras

Francisco ha reconocido que esto «no es fácil» porque son muchas «las ataduras» que mantienen a las personas cerca del pecado como «la inconstancia», «el desánimo», «la malicia», «el mal ambiente» y «los malos ejemplos».

En este sentido, ha alertado de «una existencia mediocre» en la que se siente la tentación de «decir que es imposible convertirse de verdad». Y ha invitado a abrirse «a la belleza, la bondad y la ternura de Dios» que deja atrás «lo falso y lo efímero» por «lo verdadero, lo bello y duradero».