«Un verdadero don de la Providencia»
La Iglesia tiene «necesidad de pasar de una pastoral de simple conservación, a una pastoral decididamente misionera», dijo el Papa al enviar en misión ad gentes a 250 familias del Camino Neocatecumenal
«La tarea de Pedro es la de confirmar a los hermanos en la fe. Así también vosotros, con este gesto, habéis querido pedirle al sucesor de Pedro confirmar vuestra llamada. Y yo hoy confirmo vuestra llamada, sostengo vuestra misión y bendigo vuestro carisma», les decía el Papa a los 8 mil miembros del Camino, entre ellos las 250 familias enviadas en misión ad gentes a distintas partes del mundo. «¡Y lo quiero hacer! Lo hago, no porque él –Kiko Argüello– me ha pagado: ¡no!», bromeó el Pontífice. «Lo hago porque quiero hacerlo». Y porque el Camino Neocatecumenal «es un verdadero don de la Providencia a la Iglesia de nuestro tiempo», según dijo el Papa, quien reafirmó las palabras de sus antecesores sobre el Camino, especialmente de san Juan Pablo II.
Tras saludar a los cardenales y obispos presentes y a los iniciadores de Camino, Kiko Argüello y Carmen Hernández, y al sacerdote Mario Pezzi, el Papa explicó cómo la misión del cristiano es mostrar el amor y la unidad, y que esto es lo que hacen las missiones ad gentes en lugares donde ya no hay cristianos o donde hay «no cristianos bautizados» que se han olvidado de Jesucristo. Estas comunidades misioneras del Camino han sido «llamadas por los obispos –prosiguió Francisco–, están formadas por un presbítero y por cuatro o cinco familias, con hijos incluso grandes, y constituyen una missio ad gentes, con un mandato de evangelizar» a quienes «nunca han escuchado hablar de Jesucristo» y a despertar la fe de quienes «han olvidado quién era Jesucristo».
El Papa describió el itinerario de esta iniciación cristiana y cómo su culmen consiste en la misión: «Habéis recibido la fuerza de dejar todo y partir a tierras lejanas gracias a un camino de iniciación cristiana, vivido en pequeñas comunidades, en las que habéis vuelto a descubrir las inmensas riquezas de vuestro Bautismo». En esa línea, Francisco insistió «en la necesidad que tiene la Iglesia de pasar de una pastoral de simple conservación, a una pastoral decididamente misionera. Es lo más importante que debemos hacer, si no queremos que las aguas se estanquen en la Iglesia».
Rumanía, ¡allá vamos!
Francisco e Isabel María son un joven matrimonio madrileño que, con sus dos hijas y en espera de un tercer hijo, se marcharán en unos meses a una pequeña ciudad de Rumanía llamada Oradea, como responsables de la missio ad gentes. Los padres de Isabel y sus hermanos llevan más de 20 años como catequistas itinerantes en Puerto Rico, y la familia de Francisco lleva casi 30 años de misión en Villamiseria, uno de los lugares más difíciles de Argentina. «Visto desde fuera, parece una locura, ver a tantas familias dejar sus vidas, sus proyectos, sus inquietudes, sus entornos, con tantos hijos y dispuestos a ir a cualquier parte del mundo, con la certeza de que Dios va por delante. Nosotros hemos tenido esta experiencia desde pequeños, porque nuestras familias han sido y siguen siendo misioneras. Toda nuestra vida hemos visto cómo el Señor actúa y nos cuida, aunque no lo merezcamos, porque somos muy limitados y pecadores. Pero ésta es la grandeza del cristianismo, recibir todo de parte de Dios sin haber hecho méritos», cuentan Francisco e Isabel.
Ambos avalan las palabras del Papa, cuando dijo que «la escucha obediente y constante de la Palabra de Dios, la celebración eucarística en pequeñas comunidades después de las primeras Vísperas del domingo, la celebración de los Laudes en familia en la jornada del domingo con todos los hijos, y el compartir la propia fe con otros hermanos, originan muchos dones que el Señor os ha prodigado».
Fran e Isabel se sienten profundamente agradecidos a Dios y a la Iglesia. «Hemos recibido este amor gratis y sentimos que no podemos quedarnos esto para nosotros y no compartir el amor de Dios con el resto de la gente. Igual que Dios nos ha cambiado la vida a nosotros, dándole un sentido al matrimonio, a la paternidad, al trabajo, al no trabajo y a las pequeñas cosas, el día a día, tenemos la certeza de que Dios tiene poder para cambiar la vida de cualquier persona», comentan.
Francisco e Isabel manifiestan también su adhesión al Papa Francisco en la necesidad de impulsar la misión. «¡Cuánta necesidad tiene el hombre de hoy, en toda latitud, de sentir que Dios lo ama y que el amor es posible!», decía el Pontífice. Ellos confiesan que tienen algo de «miedo a la incertidumbre», pero aseguran que están «contentísimos, porque sabemos que el Señor va por delante, y al final es el que lleva la obra a cabo», dice esta familia, que será «una nueva presencia de Iglesia allí donde la Iglesia no existe, o ya no es capaz de llegar a la gente», como apostilló el Papa en su discurso.