Un hospital de campaña para sanar la cultura de la muerte
La Iglesia quiere reforzar su pastoral de la vida, y llama a los católicos a implicarse en este apostolado. Es una tarea urgente, pues, en palabras de monseñor Reig Pla, «muchos españoles están afectados por el aborto» y necesitan un hospital de campaña donde sanar las heridas de un aborto, de un embarazo vivido en soledad… Para promover este apostolado, la Provincia Eclesiástica de Madrid convoca, este fin de semana, la Jornada mariana por la Vida y la Familia Da la vida. El encuentro se produce en el marco de la Jornada por la Vida del 25 de marzo, y una semana después de que la sociedad civil saliera a la calle para gritar Sí a la vida y pedir «un compromiso público con la maternidad»
Este pasado domingo, miles de personas salieron a la calle de 26 localidades españolas para gritar Sí a la vida. Por la vida, la mujer y la maternidad. Sólo en Madrid, unas cien mil, según los organizadores, se manifestaron hasta la Puerta del Sol. Se trataba de la cuarta convocatoria unitaria de la sociedad civil en España, en torno al Día Internacional de la Vida. La concienciación social sobre la defensa del no nacido y de su madre no se circunscribe sólo a España, como demostró, un día antes, la multitudinaria manifestación —entre 150.000 y 300.000 personas— en Lima (Perú), y las Marchas por la vida de hace unas semanas en Francia y Estados Unidos, un país donde la gente que se declara provida lleva ya unos años superando a los pro-elección o pro-aborto.
En el manifiesto final leído en las concentraciones de España, las 520 entidades convocantes pedían, además de «políticas activas y eficaces de protección a la maternidad y la familia» y «apoyo real a la embarazada», la «construcción de un compromiso público con la maternidad y la vida como bienes sociales dignos de aprecio y aplauso». Los defensores de la vida saben que no bastan las leyes ni las ayudas para acabar con la cultura de la muerte, que tiene unas raíces profundas y ha marcado a la sociedad.
También la Iglesia es consciente de ello. «Muchos españoles están afectados por el drama del aborto», explicaba hace unas semanas monseñor Juan Antonio Reig Plà, obispo de Alcalá de Henares. Para ellos, «la Iglesia quiere ser como ese hospital de campaña que ha pedido el Papa Francisco», para curar las heridas más urgentes, como condición previa y necesaria antes de una propuesta evangelizadora de fondo. «Tenemos la voluntad de acompañarlos sin juzgarlos», añadía el obispo. Cuando, en la visita ad limina los obispos españoles le explicaron al Papa la magnitud del drama del aborto en nuestro país, el Santo Padre —recordaba— «nos dijo que teníamos que salir a la calle y buscar a esas personas, tener una mirada de misericordia con ellas».
De la sociedad civil, a la parroquia
El hasta hace poco presidente de la Subcomisión episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida hizo este análisis al presentar la Jornada mariana por la Vida y la Familia Da la vida, que la Provincia Eclesiástica de Madrid convoca este fin de semana, unos días después de la Jornada por la Vida del pasado martes. Con este gran acto, se quiere promover el compromiso activo con la defensa de la vida. Muchos fieles ya viven este compromiso, casi siempre a través de entidades aconfesionales en las que los católicos son una clarísima mayoría. Ahora, sin abandonar esta vía y buscando la colaboración con dichas organizaciones, se pretende que el Evangelio de la vida llegue a todas las parroquias, como un apostolado más.
Durante todo el fin de semana, en Da la vida se presentará el trabajo de la Iglesia a favor de la vida y de la familia. Especial protagonista será la asociación pública de fieles Spei Mater, creada en 2012 para aglutinar esta labor provida de la Iglesia. Sus iniciativas son un gran ejemplo de cómo la Iglesia puede, no sólo ser un hospital de campaña para toda una sociedad que —se podría decir— sufre síndrome post-aborto, sino, al mismo tiempo, dar respuesta a los problemas de fondo de la cultura de la muerte.
Misericordia para los heridos
«En los últimos años, por distintos lados me llegaban casos de personas heridas». Lo cuenta doña Margarita Ruiz, una de las consejeras veteranas en Madrid de Proyecto Raquel, un itinerario de sanación post-aborto. «En mi trabajo y en un grupo de catequesis de confirmación para adultos, veía gente con experiencias difíciles» de todo tipo. «Eso me tocaba mucho, y me hacía reflexionar sobre la misericordia de Dios, y sobre cómo acercarla a ellos. En unos ejercicios espirituales coincidí con una médico de Alcalá de Henares, y al terminar me habló de la labor que hacía Proyecto Raquel con las mujeres que han abortado. También me contó todo lo que hay detrás del aborto: la falta de respeto a la dignidad de la mujer, los abusos familiares, las rupturas… Me conmovió, y vi que ahí había una posibilidad de ofrecer la misericordia y la Vida de Dios».
La verdad, a la luz de Dios
Margarita se incorporó a la iniciativa en cuanto se puso en marcha en Madrid. Explica que no hace falta tener formación en psicología, pues para los casos que la requieren hay especialistas en los Centros de Orientación Familiar. Lo fundamental es «acompañar a la gente y ayudarle a descubrir la verdad. Si se hace con cariño, la verdad no rompe a nadie, siempre libera. No nos tiene que dar miedo decir la verdad. A veces confundimos» el respeto y la misericordia con quitar importancia a algo tan grave como un aborto. «Una chica me decía: Todo el mundo me ha dicho durante un montón de años que no pasaba nada. Y no era verdad, yo sabía que pasaba algo porque sufría mucho. Nos llegan personas muy heridas, y hay que ayudarlas a descubrir el origen de todo, la verdad de lo que han hecho a la luz de Dios, que lo acoge y lo quiere para redimirlo y ofrecerles la Vida. Si esto lo haces con el estilo de Jesús, Él actúa, y la persona queda liberada».
«Decir la verdad a una persona la dignifica», añade Margarita. Todo lo contrario de lo que hace la sociedad. Siempre hay alguien que anima a la mujer a abortar, pero, una vez ha pasado, el aborto, se convierte en un tabú. «Se sienten completamente solas, no pueden hablar de su dolor ni siquiera con las personas más cercanas, porque, cuando lo intentan, los demás lo tapan, y les dicen que están locas, que le dan demasiadas vueltas. Hay mucha hipocresía y mucho miedo a comprometerse con la verdad. También tenemos un grandísimo egoísmo, en el que el otro sólo cuenta en tanto me sirve a mí; si no, sobra o es mejor que se calle. Una de las cosas más sanadoras de Proyecto Raquel es que las mujeres pueden hablar de su aborto con paz, verbalizar lo que han sentido. Les ofrecemos mucho amor y, por primera vez, se sienten tratadas con respeto, porque se las escucha en profundidad y se les dice la verdad, no se las engaña». La importancia de esto es tal que, para la Jornada Da la vida, el cardenal Rouco ha autorizado a los sacerdotes a quitar, «dentro del sacramento de la Penitencia, la excomunión correspondiente al delito de aborto procurado a los fieles verdaderamente arrepentidos, imponiendo al mismo tiempo una penitencia conveniente».
Encontrar a Dios a través del hijo
Para que las mujeres no tengan que pasar por ese sufrimiento, existe Proyecto Ángel, de ayuda a la mujer embarazada. Habla de él doña Marian Marco, que hace unas semanas se hizo cargo de su primer caso como consejera: una joven embarazada con dificultades económicas serias. Proyecto Ángel le ofrece ayuda a través de Cáritas y, si fuera necesario, también asistencia psicológica. Pero el papel de Marian, y lo que distingue a esta iniciativa, es el acompañamiento espiritual.
En un principio, ella se había preparado para Proyecto Raquel. Pero su propio embarazo desaconsejaba que tratara a una mujer con síndrome post-aborto. Su marido, con el que siempre ha compartido el interés por la pastoral de la vida, estaba por aquel entonces traduciendo los manuales de Proyecto Ángel. «Me gustó —explica— porque es mucho más completo que nada de lo que había visto antes», cuando desde el COF de su parroquia colaboraba con entidades provida. «Se trata de acompañar a esa mujer para que, a través del embarazo, se encuentre con Dios y quede integrada en una parroquia». Además de la riqueza que supone el encuentro con Dios, la parroquia ofrece una continuidad en el acompañamiento, que puede tener carácter preventivo. Muchas mujeres con embarazos imprevistos —explica Marian— son o serán reincidentes, y un entorno favorable «ayuda a mejorar su situación también de cara al futuro».
Pero hablarle sólo de Dios «no valdría. Hay que ayudarla humanamente». El consejero tiene también una labor de formación afectiva, puesto que «el problema de un aborto o de un embarazo imprevisto empieza mucho antes. Muchas llegan con relaciones afectivas que no están bien llevadas. Incluso ellas mismas no saben quererse bien». Marian, por ejemplo, ha notado que su chica «busca mucho que la escuches. Habla y se escribe con sus amigos por el móvil, pero lo que quiere conmigo es simplemente sentarnos a hablar y desahogarse».
Este enfoque de la ayuda a la embarazada «como un apostolado a largo plazo es novedoso. Es necesario que se vaya conociendo e implantando. Mi chica llamó al Proyecto porque vio un cartel en la parroquia, pero allí no supieron orientarla». Otro reto es saber en qué tipo de grupos parroquiales pueden incorporarse las madres, pues la oferta pastoral para adultos se reduce, casi siempre, sólo a las familias.
Compromiso con la dignidad
Que todas las parroquias estén comprometidas con la defensa de la vida, y puedan acoger a las personas con dificultades en este ámbito es el objetivo de Parroquias por la vida, la iniciativa más joven de Spei Mater. La parroquia de la Santa Cruz, de Coslada, se está preparando para ser la parroquia piloto de este proyecto. El año pasado, un pequeño grupo de agentes de pastoral participó en las primeras reuniones de formación y, este curso, cuatro de ellos están haciendo o van a hacer el curso de formación online. Entre ellos está doña María Tobes, una consagrada que está convencida de que «la defensa de la vida tiene que estar en los núcleos de la Iglesia, que son las parroquias; igual que Cáritas».
María explica que el objetivo de esta iniciativa es, «sobre todo, abrir las conciencias de la gente a la verdad». Gira en torno a dos ejes. El primero es la oración: en su parroquia, ya se pide por la vida cada día en el Rosario y la Misa, y quieren crear momentos de oración específicos. El segundo eje es la formación: «Tenemos que formarnos nosotros, para hacer llegar a esta formación al resto de personas de la parroquia», a las que les resulta más difícil acceder a ella. Este aspecto fue el que, en un primer momento, llamó más su atención. «Me daba cuenta de que, cuando hablaba con personas que no comparten la enseñanza de la Iglesia, no siempre sabía darles respuestas. Además, en la sociedad hay otras ideas, que van calando en nosotros».
¿Te imaginas…?
Sin embargo, ha recibido mucho más. «En una de las primeras reuniones, nos hablaron sobre la dignidad de la persona, con preguntas básicas que nunca me había planteado. No se trataba ya sólo del aborto o la eutanasia, sino de la dignidad de la persona con la que te encuentras día a día, de la cajera del supermercado. Tratándola de forma coherente con esa dignidad, ya estás abriéndote a la vida. No se trata sólo de que yo vaya a manifestaciones, sino que en mi vida cotidiana manifieste lo que creo. Lucho por el bebé en el seno de su madre, por el anciano o el deficiente, pero también por el vecino, por el que pide en la calle…».
Este enfoque «me ha ayudado mucho espiritualmente, a cambiar la forma de enfocar mi vida cristiana. Dios nos está pidiendo volver a las raíces del Evangelio, del Evangelio de la vida. Imagínate que todos los católicos tuviéramos formación, rezáramos por la vida, y además intentáramos hacer esto vida en nosotros. ¿Cómo sería la atención a los pobres, a las familias desestructuradas, a esa chica con problemas?» Todo esto le hace concluir que ser una parroquia por la vida «es una faceta muy importante de la evangelización».
La Jornada Da la vida se celebra en el Pabellón Multiusos I de la Casa de Campo los días 29 y 30, y está abierta a todas las edades. Aunque se puede asistir al encuentro entero, el programa está dividido en dos momentos diferenciados, orientados a los jóvenes —sábado— y a las familias —domingo—. La jornada abrirá sus puertas el sábado a las 16 horas. A las 17:30 horas, monseñor Juan Antonio Reig Plà, obispo de Alcalá de Henares, presentará la jornada, y Tim Watkins, productor del documental La sangre y la rosa, compartirá su testimonio. Este documental sobre la Virgen de Guadalupe se proyectará a las 18 horas. Después, comenzará un festival con testimonios, actuaciones musicales, y una representación sobre El genio femenino. A las 22:30 horas, el ambiente festivo dará paso al recogimiento de la Vigilia eucarística y mariana. La adoración proseguirá, por turnos, durante toda la noche. Las actividades del domingo empezarán a las 10 horas, con un breve congreso pastoral y actividades catequéticas para los niños. A las 12, tras el rezo del ángelus, habrá un juego familiar y testimonios. La jornada se clausurará con la Eucaristía y el envío, que presidirá el arzobispo de Madrid, cardenal don Antonio María Rouco Varela, a partir de las 13 horas, y estará concelebrada por los obispos de Alcalá y Getafe. Durante todo el tiempo, habrá stands para dar a conocer iniciativas de la Iglesia y la sociedad civil para la vida y la familia.
Para acudir a la Jornada, es indispensable inscribirse. La entrada es gratuita, aunque la organización pide un donativo voluntario para ayudar a sufragar los elevados costes del acto. Ambos trámites pueden realizarse a través de la web: dalavida.org/yo-voy