Un hogar para los niños irãs de Bisáu - Alfa y Omega

Un hogar para los niños irãs de Bisáu

Por influencia de las creencias tradicionales, las familias y comunidades dejan morir a los niños con discapacidad. La casa Baramban, de Cáritas, los acoge

María Martínez López
A los 14 años, los niños de Baramban deberán volver con su familia «si es seguro». Por eso, Cáritas intenta mantener el contacto
A los 14 años, los niños de Baramban deberán volver con su familia «si es seguro». Por eso, Cáritas intenta mantener el contacto. Foto: Cáritas Guinea-Bisáu.

¿Dónde están las personas con discapacidad en Guinea-Bisáu? Según la Encuesta de Indicadores Múltiples de UNICEF en 2020, apenas el 2 % de los adultos y el 4,5 % de los niños tienen algún problema de este tipo, frente a la media mundial del 15 %. Junto al papel que pueda jugar la pobreza en reducir su esperanza de vida, hay otro factor clave: la costumbre de eliminar, abandonar o dejar morir a los bebés diferentes.

La discapacidad (tanto intelectual como física) o enfermedades como la epilepsia no se ven como algo que «la ciencia explica», comparte con Alfa y Omega la hermana Eliana Batista da Conceição, directora de Cáritas Bisáu. «Se consideran una posesión de Irã, que no es el demonio, sino una divinidad» de las creencias tradicionales. Aunque oficialmente las profesa un 30 % de la población (frente a un 45 % de musulmanes y un 20 % de cristianos), en realidad influyen en sectores sociales más amplios.

Guinea-Bisáu
Población:

1,98 millones

Índice de desarrollo humano:

Puesto 175 de 189

Esperanza de vida:

58,3 años

«Antes, la mayoría de estos niños eran abandonados en lugares peligrosos como una ofrenda para anular la maldición» de la que eran portadores. Uno de los rituales más comunes es preparar una ofrenda con alimentos y depositarla, junto con el niño, a la orilla del mar. Se espera «que se transforme en Irã y se sumerja para siempre» en el agua. «No hay un deseo de matarlos», aclara la religiosa. «Se entiende que no son humanos y que representan un peligro para la comunidad». Por eso, incluso si los padres intentan protegerlos, sufrirán una gran presión y «tendrán muchas dificultades» para sacarlos adelante.

Afortunadamente, la frecuencia de estos rituales es hoy «infinitamente menor». Algo que la directora de Cáritas atribuye en gran medida a que «todos los misioneros de la Iglesia, en todos los lugares donde se encuentran, hacen labores de concienciación» sobre la discapacidad. Pero el abandono y la negligencia todavía son grandes. Según datos de UNICEF en 2019, el 80 % de los niños abandonados sufren discapacidad.

Miedo a amamantarlos

«En algunos casos la propia madre no acepta amamantarlos por miedo», ilustra Batista da Conceição. A esto se suma que, más allá de las palabras, no hay «un papel efectivo del Gobierno», con ayudas concretas para los niños y sus familias, pensiones por invalidez o acciones a favor de la integración. Por ello, incluso los que escapan de la muerte «tienen pocas posibilidades de llevar una vida independiente». Solo las que les brindan las ONG y las iglesias.

Atender a los niños irãs es una de las prioridades de Cáritas en su casa de acogida Baramban, que acaba de cumplir diez años. Ocupan una parte importante de las 45 plazas, que comparten con menores víctimas de otras formas de abuso, huérfanos, abandonados, o portadores de VIH. «En algunos casos los padres los abandonan aquí». Otras veces los llevan misioneros, religiosas o las autoridades locales. Los que tienen problemas más leves, estudian hasta 4º de Primaria en el colegio de inclusión anexo. Convivir con los pequeños de la comunidad local es un poderoso mensaje.

Además, tienen estimulación y fisioterapia. Así, han logrado éxitos como que «una niña que al principio iba en silla de ruedas ahora prácticamente camine sin ayuda». Desgraciadamente, no siempre es así. «No tenemos demasiada forma de ayudar» a los que tienen dolencias más limitantes, reconoce la directora de Cáritas. «Tenemos pocos colaboradores y muchos gastos». Pero «un tratamiento que todos entienden es el amor». ¿No les supone esta labor un problema con las autoridades tradicionales? No, porque «su objetivo es que el niño salga de la comunidad». Si en vez de dejarlo morir se lo llevan a Baramban, lo aceptan.