Ucranianos y rusos rezan juntos en Madrid: «Nunca he vivido algo así» - Alfa y Omega

Ucranianos y rusos rezan juntos en Madrid: «Nunca he vivido algo así»

La Iglesia ortodoxa rusa en España aúna fieles que en su mayoría proceden de Ucrania. «Occidente pensaba que la guerra de 2014 era un conflicto local y controlado, y fue un error», lamenta uno de sus sacerdotes

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Oración por la paz en la catedral ortodoxa rusa, el sábado. Foto: Catedral Ortodoxa Rusa en Madrid.

La catedral de Santa María Magdalena en Madrid es la sede de todos los ortodoxos rusos de España y Portugal. Pertenece al Patriarcado de Moscú, la Iglesia que aglutina a la mayoría de ortodoxos en Ucrania, por eso la mayoría de sus fieles son ucranianos. Ello no es obstáculo para que unos y otros estén unidos estos días rezando como nunca por el fin de la guerra.

«Estamos viviendo estos días con un dolor inmenso», asegura uno de sus sacerdotes, Andréy Kórdochkin. Nacido en San Petersburgo, Kórdochkin cuenta en un perfecto español que cada día «nos llegan historias de familiares y amigos que están pasando esto como pueden. Decir que estamos preocupados es decir muy poco». Y para ilustrarlo revela que una de las últimas noticias que les ha llegado es la de «la muerte de un amigo de una familia de aquí, alcanzado por un proyectil simplemente andando por la calle».

Para este sacerdote, el inicio de esta situación se remonta a 2014, con la invasión rusa de Crimea, «una guerra ignorada por Occidente, que pensaba que era un conflicto local y controlado. Fue un error y ahora estamos viendo las consecuencias». De hecho, «una parte de nuestros fieles son refugiados ucranianos que tuvieron que huir de sus casas por ese conflicto», subraya.

«Sufro por las víctimas que aún no han nacido»

Según Kórdochkin, «ninguno de nosotros pensaba que esto iba a pasar. Hasta el último momento pensábamos que no iba a haber guerra». Siendo ruso, Kórdochkin destaca que «ningún sacerdote está para defender los intereses de ningún estado. Nosotros estamos para servir a las personas, y nadie puede ser discriminado».

Después de 18 años en España, deja claro que el Gobierno de Rusia «no está actuando a favor del pueblo ruso. Y ningún ciudadano de ningún país puede sentirse responsable de lo que haga su gobierno», por lo que espera que a partir de ahora el hecho de ser ruso «no se convierta en un estigma. Sufro por las víctimas que habrá cuando este conflicto acabe, incluso niños que a lo mejor aún no han nacido».

Para Kórdochkin, los rusos «también se sienten engañados por su gobierno, sobre todo porque el número de víctimas mortales de la guerra es un dato secreto. ¿Cuántas madres hay ahora mismo en Rusia llorando por sus hijos muertos en esta guerra?».

Junto a ello, pese a que el gobierno de Putin ha declarado no atacar objetivos civiles, «esto es un engaño –remarca el sacerdote ortodoxo–. Iniciar una guerra y no poner en peligro a la población civil es una pretensión imposible».

Ante esto, ucranianos y rusos en toda España comparten una fe común que viven en la misma Iglesia. «Estos días estamos rezando mucho todos. Nuestra oración está siendo muy concentrada e intensa. Yo nunca he vivido algo así», atestigua.

Como salida a toda esta violencia, Kórdochkin apuesta «por la única vía posible: el diálogo, que más que un hecho físico es un don de Dios, algo más espiritual, por lo que no paramos de rezar».

En este sentido, las cúpulas doradas de la catedral de Santa María Magdalena, en Madrid, fueron testigo de la oración por la paz que presidió el sábado el arzobispo ortodoxo Néstor de Madrid y Lisboa.

Ante una mayoría de fieles ucranianos, señaló que «hoy sentimos el mismo dolor y preocupación por los seres queridos que nuestros hermanos y hermanas en suelo ucraniano, por aquellos que están expuestos al peligro, aquellos que tienen probabilidades de morir».

Por eso, «como Iglesia debemos responder a este dolor y sufrimiento con el único medio que tenemos: la oración por la paz, por una pronta resolución del conflicto y por un alto el fuego y las explosiones. Es la oración lo que debe darnos fuerza, lo que debe arrojar luz sobre esa confusión y oscuridad en la que los elementos de este mundo tratan de sumergirnos».