Transición: A veces los recuerdos nos traicionan - Alfa y Omega

A veces los recuerdos nos traicionan o vivimos de recuerdos que no son nuestros. El Teatro María Guerrero, del Centro Dramático Nacional, presenta Transición, una obra de Alfonso Plou y Julio Salvatierra, dirigida por Santiago Sánchez y Carlos Martín. Realizada mediante la colaboración entre el Centro Dramático Nacional, L’om-imprebís, Teatro Meridional y el Teatro del Temple, Transición aborda el recuerdo de esta etapa histórica a través de diferentes personajes.

Un anciano en una clínica con pacientes de la tercera edad dice ser Adolfo Suárez, el ex presidente de gobierno que jugó un papel tan necesario como importante en nuestra Transición. Sus recuerdos y narración de vivencias se entremezclan con delirios seniles para recordar una etapa fundamental de la historia española.

Entre un debate televisivo con dos tertulianos (Adolfo Suárez y una erudita treintañera), una clínica hospitalaria y diferentes escenarios de despachos, jardines, el Congreso o La Zarzuela, se van superponiendo los diálogos de los personajes. Los actores se van continuamente adaptando a los cambios de rol que suceden en estos espacios. Así, a los ojos del protagonista, los enfermeros son su esposa Amparo Illana o el Rey Juan Carlos, y comparte residencia en la clínica con otros pacientes que son, paralelamente, Torcuato Fernández-Miranda y Santiago Carrillo.

España deja atrás el régimen dictatorial tras la muerte de Franco, y la democracia, la monarquía, la Constitución, llegan a nuestra sociedad con nuevos aires de esperanza. El papel de Adolfo Suárez durante su vigencia política, la legalización del Partido Comunista o el peso que dio a las Autonomías, son puntos claves en el discurso del protagonista.

Una obra con buen planteamiento que, sin embargo, no le saca todo el jugo argumental que podría mostrar un tema tan intenso como la Transición española y que recurre, por debajo de la excusa del debate televisivo o el presunto Adolfo en la clínica, a soltar datos a modo de tiros al aire. Fechas, acontecimientos y sucesos de la época van aflorando sin apenas hilo que los encadene, y dejan la trama, en conjunto, algo floja y con tintes de marcada tendencia política.

A pesar de hacernos recordar de forma fugaz la música, la publicidad y la televisión de la época, la obra queda coja en cuanto a carga emocional y narrativa. Y pierde mayor fuerza con escenas que ridiculizan —y nada tienen que ver con el argumento de la historia— el himno nacional, la figura del Rey (recurso barato en estos días), el papel de la Iglesia sacado de contexto (Carmen Polo repartiendo la Comunión) y otras vaguedades que pretenden poner el punto de humor a la obra, sin conseguirlo.

Sobresale la actuación de Antonio Valero, no solo por la fabulosa caracterización que hace de Adolfo Suárez, sino por la intensidad con que interpreta su papel, consiguiendo un Adolfo muy real.

Cabe destacar un acertado final para la representación. El broche de oro permite la reflexión sobre la conducta social y política de aquellos jóvenes que hoy se consideran «revolucionarios» o «transgresores». Así, Suárez plantea a la joven en el debate de televisión que los idealistas de hoy están un poco verdes: «Somos responsables de lo que nos beneficia buscando culpables fuera». Si de verdad se plantea otra transición o un cambio social y político, en vez de criticar lo que otros hicieron en el pasado o lo que hacen otros en el presente, la pregunta que deja el protagonista en el aire es: ¿y qué haces tú?

Transición

★★★☆☆

Dirección:

Calle Tamayo y Baus, 4

Metro:

Banco de España, Chueca, Colón

ESPECTÁCULO FINALIZADO