Tocar el cielo - Alfa y Omega

Cuenta una leyenda que todas las personas nacen con un hilo rojo que las mantiene unidas a otras personas que serán esenciales en su vida: padres, amigos, almas gemelas… Las familias adoptantes tenemos muy presente esta leyenda, y es el motivo por el que hace unos años decidí llamarme en redes sociales @mishilosrojos.

Hace once años mi marido y yo nos dimos un sí rotundo. Dijimos sí a querernos siempre, sí a querer a los hijos que Dios quisiera para nosotros, sí a todo. Siempre soñamos con una familia grande y esperábamos a nuestros hijos con mucha ilusión, sin embargo tuvimos que entender, no sin sufrimiento, que aceptar los hijos que Dios quisiera pasaba por aceptar que eso podría suponer no tener ninguno.

Cuando superamos esto recibimos una primera caricia del cielo. Siempre digo que tener hijos es una bendición, pero tener hijos por adopción es una caricia especial. En poco tiempo vimos claro que seríamos padres por adopción, nos ilusionamos y luchamos por alcanzar este sueño hasta conseguirlo. Las caricias fueron sucesivas y nuestro sueño de tener una familia numerosa solo iba a tardar un poco más.

Primero vino nuestro hijo mayor; con él aprendimos qué es ser padres, a querer con locura e incondicionalmente. Viajamos a China con las maletas cargadas de ilusión y muchos miedos. Cuando nos vimos por primera vez entendimos que estábamos llamados a estar juntos desde siempre y, por supuesto, para siempre. Durante nuestra estancia en el país de origen de nuestro hijo nos enamoramos de cada rincón, de su cultura, de sus comidas, de sus costumbres… y en uno de los paseos que dábamos a diario, sin saber cómo, nos encontramos hablando de nuestro segundo hijo. Empezamos a preguntarnos si ya habría nacido, si estaría en la misma ciudad o a kilómetros de ahí, en la otra punta del país. ¡Sin darnos cuenta habíamos empezado el segundo proceso de adopción y seguramente el tercero y cuarto también! Así fueron viniendo nuestros tres hijos.

Viajamos a China tres veces para encontrarnos con cada uno de ellos. Primero vino Marcos y después llegaron Rocío y Teresa. Ahora mismo nos encontramos a la espera de poder viajar una vez más. La situación sanitaria a nivel mundial lo está complicando todo, por lo que la incertidumbre es muy grande, pero no más que nuestra ilusión. Así que seguimos poniendo todos los medios para volver a tocar el cielo una vez más.