El inicio argumental de esta película nos lleva a la fábrica secreta de juguetes de Santa Claus, en el Polo Norte. Allí, tras recibir un golpe en la cabeza mientras probaba su nuevo coche destinado a sustituir a sus viejos y gordos renos, Santa Claus se trastorna y cree que es SuperKlaus, el superhéroe de una popular saga de películas y videojuegos. En vísperas de la Navidad, este contratiempo es aprovechado por Fafnir, un malvado fabricante de juguetes cutres, para hacerse con el monopolio de la industria juguetera apropiándose del taller de Santa. Solo la pequeña Billie, su robot C.A.R.L. y el elfo Leo intentarán salvar los regalos de Navidad antes de que sea demasiado tarde.
Estamos ante una película infantil de animación española, que en el actual contexto navideño pagano, en el que la mirada está puesta en los engalanados centros comerciales habitados por variopintos santaclaus, nos cuenta una historia que denuncia algunas lacras de nuestro tiempo. Por un lado nos presenta a unos padres, buenos, pero que dedican demasiado tiempo a su trabajo, dejando sola a su hija Billie en muchas ocasiones, durante las que se comunican con ella a través de videollamadas. Por otro lado la familia de Billie encarna a la perfección la cultura fan, ya que siguen con auténtica devoción la saga cinematográfica del superhéroe SuperKlaus en todas sus variantes y merchandising. Y, en tercer lugar, el mismísimo Santa Claus acaba creyéndose que la realidad es lo que se ve en las pantallas de las pelis de SuperKlaus y que él mismo es dicho superhéroe. Además Billie ha dejado de relacionarse con amigas de carne y hueso, pasa su tiempo libre viendo pantallas y su mejor amigo es C.A.R.L., un robot con inteligencia artificial. Todos estos elementos configuran un retrato de algunas de las tendencias sociales nocivas de nuestra era digitalizada.
La propuesta del filme es positiva, animando a dejar de lado la adicción a los dispositivos para dejar espacio al encuentro humano con la familia y con los amigos. Billie es generosa y capaz de hacer sacrificios por el bien de los demás. Además, se elogian el compañerismo y la solidaridad. Por el contrario, se crítica la sociedad de consumo y el trabajo mal hecho. Pero lo más importante es que reivindica lo real sobre lo virtual. Evidentemente no hay rastro de Navidad cristiana, como viene siendo habitual en las propuestas navideñas de los últimos tiempos. La película es una coproducción hispano-canadiense, está dirigida por el canadiense Steve Majaury y la española Andrea Sebastiá, con guion de los canadienses Phillipe Ivanusic-Vallée y Sylvie Bélanguer. Sin embargo, en el equipo técnico hay mucho español: la dirección de fotografía es de Ricardo Pérez; la banda sonora de Diego Navarro y la dirección de arte de Aizea Roca. Es importante que los profesionales de la animación españoles, de una gran valía, sigan teniendo proyectos en los que poder desarrollar su talento.
Andrea Sebastiá y Steve Majaury
España-Canadá
2024
Animación
+5 años