Sorolla es el recién estrenado espectáculo del Ballet Nacional de España, inspirado en los cuadros murales que, en 1911, encargó al pintor valenciano la Hispanic Society of America. El conjunto de estos murales se conoce como Visión de España. La ejecución de las pinturas fue una empresa titánica: 220 metros cuadrados de lienzo para elaborarlos, y para lo cual, Sorolla viajó durante ocho años por toda España. El fruto fueron catorce estampas que privilegian la tradición y el folklore, y que muestran la variada forma de expresión del alma de un único pueblo. Esto ha querido recoger el BNE: la diversidad que enriquece y que aúna en el reconocimiento recíproco. La exposición de la variedad de danzas folclóricas, junto a otras creaciones de danza clásico española, escuela bolera y flamenco, no puede ser más brillante.
En España vivimos en una época de profunda crisis que ha afectado a las artes escénicas. Sin embargo, el teatro actual demuestra día a día -a veces con mucho esfuerzo- que no es algo superfluo, sino esencial en nuestro país. Las artes escénicas hoy en España hacen gala de su flexibilidad, de su creatividad, de un vínculo con un público que las necesita porque ni siquiera ahora se puede decir que sólo de pan vive el hombre. Eso es válido tanto para espectáculos cuyos vínculos institucionales les permiten mayor envergadura, como para otros con presupuestos muy humildes.
Sorolla es un espectáculo de envergadura y vinculado a las instituciones. Lo cual no significa que no estén haciendo también un gran esfuerzo para conseguir tanta brillantez. El dinero público, lo sabemos todos, especialmente en cultura, se puede invertir bien o mal. Hoy, desde luego no puede ser más oportuno que en el contexto de crisis de la marca España, el director del BNE, Antonio Najarro, ponga en pie este espectáculo basado en una Visión de España llena de alma, de luz y vitalidad, como un rescatar del olvido o la resignación la grandeza de un país. El BNE está en esta labor inspirado, elocuente, impresionante.
Precisamente Sorolla pintó estos cuadros a principios del XIX, cuando la irresponsabilidad de los gobiernos de la Restauración, la pérdida de las últimas colonias españolas y el Desastre del 98 habían hecho mella en la conciencia nacional. Vemos que la inspiración del BNE en Sorolla no es superficial: los une un amor común a España que alienta la esperanza, que no se resigna a la decadencia.
Hoy el BNE, nacido en 1978 con vocación de difundir el baile español por el mundo entero, relanza su embajada de la cultura hispana con calidad excepcional. Algo que sólo es posible por la eficacia de un trabajo en equipo (gran trabajo musical –Juan José Colome–, dirección de escena –Franco Dragone–, vestuario –Nicolas Vaudelet–, coreografía –Arantxa Carmona, Miguel Liñán, Miguel Fuente y Antonio Najarro–), igual que sólo un esfuerzo conjunto puede dar lugar a tanta armonía y perfección en el cuerpo de baile.
Entre el público de la representación a la que yo asistí había muchos extranjeros; a mi lado, en el patio de butacas, estaba sentado un americano expectante que me pidió algunas explicaciones sobre los títulos costumbristas de las piezas del programa. Desde el comienzo del espectáculo, le sentí vibrar de emoción, le escuché gritar ¡Bravo! entusiasmado. «Ciertamente –pensé– esta belleza es para todos; yo, además, pertenezco a ello, me identifico con lo que veo: son mis raíces». Y recorriendo España de la mano del BNE, con sed de conocer mejor algo tan mío –Castilla, Aragón, Navarra, Guipúzcoa, Sevilla, Galicia, Cataluña, Valencia, Extremadura, Elche y Huelva–, se me hizo demasiado corto el viaje. Ya lo reconocía Sorolla: «Y estoy todo el tiempo ocupado de proyectos, la decoración para la Hispanic Society of America, y sufro mucho, pues son pocas las dimensiones para tanto hermoso que hay en España».
★★★★★
Paseo de la Chopera, 14
Legazpi
OBRA FINALIZADA