Sólala: Surrealismo, clown y mucho jarte andalú

Siempre es una buena opción del sábado noche pasarse por el Teatro Infanta Isabel, después de un picoteo en el barrio de Malasaña, para disfrutar de un buen espectáculo. Hasta el 27 de marzo, la histriónica Nines (Cristina Medina), personaje —tal cual, un personaje— de la serie televisiva serie La que se avecina, hace durante poco más de una hora —«Ni un minuto más, que estoy sola en el escenario y ya estoy muy mayor»—, las delicias de sus más fervorosos seguidores. Y de los que no lo son.

La compañía Pez en Raya, creada por Cristina Medina y Joan Estrader en 1997, gira por España y alrededores ofreciendo al público espectáculos propios de humor. Como ellos mismos dicen, van «repartiendo salero». Esta vez, en Sólala, Cristina va sin compañero, algo poco acostumbrado, y desde luego, todo un reto. Pero la humorista torea al escenario y se lo come con patatas en un espectáculo en el que el monólogo, el clown, el mimo, la magia, el teatro en sí, las sombras chinescas y un montón de etcéteras, se dan cita de manera vertiginosa. Vamos, que no te dan tregua para aburrirte. No da tiempo. Y siempre con la ventaja de, ahora, ser conocida por su Nines Chacón de la tele. Fue aparecer tras el telón y la avalancha de aplausos dejó claro que ya no era una desconocida.

¿Cómo explicarles la sinopsis de la obra? Es complejo, créanme. Hay un tema central: la melodramática historia de una pobre mujer, madre de quintillizos, con su marido en el frente, que no puede pagar el alquiler y su casero la acosa. Todo esto, ella sola y sin decir ni una sola palabra –en esta parte utiliza el recurso del mimo–. Pero esta trama sólo ocupa una parte del montaje completo. El resto va por libre. Valórenlo ustedes mismos. Sólo decir que en el prefacio de la obra, aparece con una bata amarilla y mucho arte bailaor, y deleita a los asistentes con un flamenquito-clown con el que la risa está asegurada.

Un espectáculo lleno de buen hacer teatral, respetuoso al máximo, que genera una risa sana ante el terremoto de arte de una sevillana que, a quienes estén acostumbrados a verla como Nines, no conocerán ni una décima parte de lo buena que es. Eso sí, la obra no tiene grandes lujos –el escenario y su atrezo es bastante sencillo, hasta puede llegar a sufrir algún percance-. Pero la inteligencia, el surrealismo y la risa mezclados no son un mal plan para el sábado noche.