Sin Comunión, no hay obras - Alfa y Omega

Sin Comunión, no hay obras

No hay nada mejor que conocer los testimonios de personas que han vivido, de forma excepcional, el sacramento de la Eucaristía como el pilar de sus vidas y la fuerza que les impulsó a llevar a cabo multitud de obras apostólicas. Porque no hay acción sin oración; y los cuatro ejemplos que se han mostrado en el Congreso Eucarístico fueron cuatro personas cuyo motor fue comulgar diariamente para recibir la fuerza de Cristo

Cristina Sánchez Aguilar

Manuel Lozano Garrido, Lolo

Beato de la Iglesia católica en menos de dos semanas, Lolo sostuvo su ingente actividad apostólica en la Eucaristía. Don Rafael Higueras, postulador de la Causa de beatificación, recalcó que «fue la fuerza para la misión de su vida y de alegría en el dolor». Según la declaración de un testigo en la Causa, «todas las tardes iban a llevarle la Sagrada Comunión. ¡Cómo impresionaba el recogimiento con que la recibía! Quedaba en oración, recogido aún más en sí mismo, y la verdad es que irradiaba una cosa especial, una paz que contagiaba y hacía que en aquellos momentos se viviera realmente la presencia de Dios en aquella habitación».

Teresa Enríquez, La Loca del Sacramento

Nacida en Valladolid hacia 1450, esta noble fue una mujer muy cercana a la reina Isabel la Católica, fundó las Cofradías del Santísimos Sacramento, dos hospitales, ejerció de madre de niños abandonados, fundó conventos… Todo fundamentado en el amor a Jesús Sacramentado. Rocío López, de la Archicofradía del Santísimo Sacramento de Torrijos y gran conocedora de la vida de doña Teresa, recuerda las palabras que ella repetía: «Siempre he tenido mi confianza puesta en el Santísimo Sacramento y, por esta confianza, siempre sentí gran favor en mis hechos». El Papa Julio II la bautizó con el nombre de La Loca del Sacramento. Su cuerpo incorrupto se conserva en el monasterio de las Concepcionistas de Torrijos.

Luis de Trelles y Noguerol

El Siervo de Dios Luis de Trelles promovió por toda España la Adoración Eucarística —que él mismo fundó en nuestro país tras conocerla en París—, y se entregó al servicio de los hermanos a través de la política, la abogacía y el periodismo. En la Lámpara del santuario, revista mensual que fundó, dedicada a propagar el culto a la Eucaristía, escribía don Luis, en 1870: «Dad, Señor, eficacia a nuestra pluma tosca para decir algo de vuestra vida eucarística y del fuego inmenso que arde en vuestro divino pecho, así como del deseo que abrigáis de estrecharnos en eterno abrazo, encendiendo en nuestra alma, por medio de la frecuente Comunión, aquel fuego sagrado que Jesucristo vino a traer a la tierra y que anhela encender en los hombres».

Beata Teresa de Calcuta

La fuerza de la beata Teresa de Calcuta, madre de los pobres, se sostenía única y exclusivamente en la oración. Pascual Cervera, coordinador del movimiento del Corpus Christi para sacerdotes, creado por Madre Teresa, trabajó con ella mano a mano y aprendió de la madre a rezar: «Aprendí de su ejemplo a estar delante de Jesús en la capilla, adorar, rezar el Rosario, pasar el tiempo en silencio en la Eucaristía». La Beata afirmaba constantemente que «sin la Comunión diaria, estaría vacía, mi trabajo estaría vacío».