Semana Santa en Córdoba: escribe su obispo. El Misterio que transforma la vida - Alfa y Omega

Semana Santa en Córdoba: escribe su obispo. El Misterio que transforma la vida

«La liturgia tiene la capacidad de traernos el Misterio, la piedad popular lo difunde por las calles»: así dice en estas páginas el obispo de Córdoba, que este año, además, el 7 de abril, «se viste de fiesta para culminar la Semana Santa con la beatificación del padre Cristóbal de Santa Catalina, consiliario de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y fundador de las Hospitalarias Nazarenas, que prolongan su obra»

Demetrio Fernández González
Cristo de la Salud, saliendo de la iglesia de la Trinidad (Lunes Santo).

Vivir en Andalucía es un privilegio, sobre todo en Semana Santa. La piedad popular rebosa por todas partes el Misterio que celebramos en nuestros templos. La liturgia tiene la capacidad de traernos el Misterio, la piedad popular lo difunde por las calles. Liturgia y piedad popular van unidas, sobre todo en España y particularmente en Andalucía, cuando llega la Semana Santa, con todo lo que le precede.

Puede parecer un espectáculo, pero poner en escena las procesiones de Semana Santa, con sus imágenes, sus cortejos, su incienso y sus velas, sus capirotes y sus hábitos, sus bandas de música y sus costaleros es cosa de todo el año, de todos los años. Y es cosa que involucra a miles y miles de personas, también jóvenes. Son cada vez más los jóvenes que se incorporan a las Cofradías. En las Cofradías y Hermandades se va acumulando el paso del tiempo y va dejando un poso de solemnidad, de popularidad, de fervor y piedad, de vivencia del Misterio que transforma la vida y hace presente a Dios en la calle. Todo está empapado de Semana Santa, y cuando pasa el Señor en cualquiera de sus imágenes, tan expresivas, y su Madre santísima bajo palio, llena de dulzura y misericordia, se estremece el corazón de miles de personas al ver que el Misterio se acerca hasta su propio corazón.

Para compartir la fe y el pan

Si no existiera la Semana Santa, habría que inventarla. Y en nuestras tierras ya viene de siglos y siglos, superando todo intento iconoclasta y reafirmando de nuevo, cada año, que en Jesucristo el hombre encuentra consuelo en su dolor, esperanza en sus carencias e impulso de caridad para salir al encuentro de su hermano y compartir el don de la fe y el pan de cada día. En nuestra sociedad contemporánea, la Semana Santa con sus múltiples Cofradías se convierte en un muro de contención del secularismo que nos invade, y cada Semana Santa nuestra sociedad queda reciclada para continuar el resto del año con la memoria del Misterio celebrado y procesionado.

La Semana Santa en Andalucía no es una simple proyección del sentimiento religioso, que se ha plasmado en imágenes bellísimas, sino la vivencia de aquel amor del Hijo de Dios que me amó y se entregó por mí, que soy pecador, y puedo albergar la esperanza de una vida mejor, porque Jesús y su Madre me acompañan.

Este año, el 7 de abril Córdoba se viste de fiesta para culminar la Semana Santa con la beatificación del padre Cristóbal de Santa Catalina, consiliario de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y fundador de las Hospitalarias Nazarenas, que prolongan su obra. Vivió en el siglo XVII, pero es un santo de nuestro tiempo.

Los mejores hijos de la Iglesia son, al mismo tiempo, hombres preclaros que han proyectado luz y esperanza en su época, dejando una estela de amor para seguirla en el seguimiento de Cristo. El padre Cristóbal es uno de esos hombres, que no han buscado el aplauso de los hombres, sino identificarse con Cristo por la oración y la penitencia, y de esa manera desbordarse en caridad hacia las necesidades de su tiempo. Cuando murió, no pudieron enterrarle hasta pasados dos días y más, porque toda la gente, sobre todo los más pobres, acudían a venerar sus restos mortales y agradecer la caridad que él había repartido a raudales por la ciudad de Córdoba.

Hoy, su figura nos estimula a salir al encuentro de tantos hermanos que sufren, y con los que podemos compartir sus carencias materiales y la carencia de Dios, que deja al hombre en la absoluta soledad. El Beato Cristóbal nos enseña que sólo un corazón lleno de Dios es capaz de sostener esa inmensa obra de caridad, que se prolonga en Córdoba hasta nuestros días.