Secretario general del CELAM: «El Papa lleva las esperanzas y males de Latinoamérica en el corazón»
Lizardo Estrada ha conocido a Robert Prevost como profesor, como hermano obispo y como presidente de la Pontificia Comisión para América Latina. Cree que los cardenales han visto «en el caminar de la Iglesia latinoamericana por dónde quieren que camine la Iglesia universal»
Robert Prevost fue tanto su profesor en el seminario de Trujillo como su maestro de profesos en la casa de los agustinos en la misma ciudad. ¿Cómo era?
Como profesor era equilibrado y ameno, incluso en el curso de Derecho Canónico. También nos enseñaba Patrística. En el seminario éramos más de 100 estudiantes, de distintas diócesis del norte de Perú. Además, los que éramos agustinos, unos 60, vivíamos con él en la casa de profesos. Era nuestro formador y director espiritual. Éramos una comunidad que compartía la vida, las diversiones, el estudio, la oración, la Misa, las horas comunitarias… la vida diaria. Y él era el encargado de guiarnos y ayudarnos en este crecimiento, humano y formativo.
¿Cómo lo hacía?
Era muy prudente, muy cercano, una persona de mucho diálogo que sabía escuchar y acompañar el proceso de cada persona. Llegábamos de distintas culturas (de la sierra, de la selva o de la costa) pero él integraba a todos los muchachos a la unidad y la comunión. Siempre nos hablaba de la unidad en la diversidad en torno a lo que nos unía: Dios, la Iglesia, la vocación, la orden. Decía que en la formación el primer formador era Cristo. Todos los días teníamos Eucaristía, oración personal y comunitaria. También ahora como Papa va a señalar lo que nos une: Dios, Jesucristo, la Iglesia, los sacramentos, en especial la Eucaristía. Y señalará qué nos preocupa: las injusticias, el medio ambiente.
Su primer discurso fue muy cristocéntrico.
Él lo es. Pero con Cristo resucitado, que nos llama a la esperanza, a la vida, porque el mal no tiene la última palabra, Él lo ha vencido y nos dice que nosotros también podemos. Él está en medio de nosotros, en la comunidad, en los frágiles, los humildes. Prevost hablaba siempre de mirar a Cristo y convertirnos, de una permanente conversión personal y comunitaria. E insistía en tres ideas agustinianas: caritas, veritas y unitas. Caridad entre nosotros, buscar la verdad pero siempre unidos.
Dicen que con toda esa labor que tenía, lo que más le gustaba seguía siendo la misión pura y dura.
A nosotros también nos enviaba a misiones, un mes o dos durante las vacaciones. Íbamos a lugares de frontera, donde no había carreteras y había que ir caminando o a caballo; ni buenas camas ni buena comida. Nos hacía crecer, porque hay que experimentar eso para formarse. Él y otros sacerdotes venían con nosotros. Siempre nos decía «no van a enseñar, van a aprender». Aprendíamos la alegría en la pobreza, la fe de los pueblos, la hospitalidad, el respeto, cómo mirar a Dios. No es que nosotros lleváramos a Dios; estaba ya allí. Nos decía cosas muy lindas como esa.
¿Cómo fue el coincidir después ambos como obispos? ¿Qué aportó al episcopado?
Fue de mucha ayuda para la Conferencia Episcopal Peruana (CEP) porque es doctor en derecho canónico y con la experiencia de la universalidad de la Iglesia por haber sido prior general de los agustinos. Por toda esta formación más su manera de ser y su serenidad aportó mucho.
En la diócesis, estaba en lo que le gusta: ser misionero y salir. Desde una profunda oración e intimidad con Cristo también visitaba y ayudaba, llevándolo a los pobres y también encontrándolo en realidades como la pobreza o el fenómeno del Niño y las inundaciones que provocaba. Visitaba zonas muy difíciles, donde solo se llega a caballo. Toda esa experiencia la plasmará en su pontificado. Tiene un bagaje grande. Se ve que Dios nunca abandona a su Iglesia y elige al que tiene que ser para este momento.
¿Por ejemplo, qué aportó en el tema de los abusos?
Fue el encargado, con otros, de la creación de la Comisión de Prevención de Abusos dentro de la Iglesia. En este aspecto contribuyó bastante. También organizó varias veces cursos online para los obispos, con expertos de América Latina y Europa.
Es una experiencia muy marcada por la realidad de la Iglesia latinoamericana. ¿Hasta qué punto la hizo suya?
De hecho viajó por toda América Latina. Conoce la piedad popular y las procesiones, la sensibilidad por los pobres, el descubrir a Dios en la comunidad, la sinodalidad, el trabajo de las comunidades de base, la esperanza de la gente, cómo sabe estar contenta con lo poco que tiene y cómo la sociedad civil se organiza para hacer solidaridad. También la fragilidad, la pobreza, la desigualdad, la migración, la corrupción. Lleva esas esperanzas y esos males en su corazón. Sabe la realidad de la Amazonia, de los pueblos originarios y afros. Y la de una Iglesia que está en camino, que con las conferencias de Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida ha asumido el Concilio Vaticano II. Creo que es un regalo de Dios para este tiempo este Papa con toda esta experiencia y espiritualidad.
¿Cómo ha sido en su rol como presidente de la Pontificia Comisión para América Latina?
En mayo de 2023 estuvo en la Asamblea General del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM). Sobre todo se dedicó a escuchar a cada obispo que quería hablar con él, aprovechando las pocas horas libres que teníamos. Lo veías hablando con uno, con otro, con otro.
¿Qué lectura hace de que sea el segundo Papa latinoamericano consecutivo?
¡Eso se lo tenemos que preguntar a Dios! Pero algo debe de haber. Podría decir en primer lugar que es la voluntad de Dios. También que los cardenales ven en el caminar de la Iglesia latinoamericana, con sus luces y sus sombras, por dónde quieren que camine la Iglesia universal: este caminar sinodal, que se dice ahora, pero que nosotros hemos practicado siempre. Con la participación de los laicos y la llamada a ser corresponsables. Hemos asumido el Concilio Vaticano II un poco más, aunque todavía nos falta. No lo digo yo, lo escuché en el Sínodo. Por ejemplo, el Papa Francisco quiso hacer una asamblea eclesial en 2028. La primera se hizo en América Latina, en 2021. Todos los continentes aportan. Nosotros aportamos esta manera de ser.