Santa Teresita de Lisieux se sentía «hermana de los ateos»
La teología de Francisco hereda de su querida Teresa «la santidad en las cosas pequeñas». Sobre ella publicará una carta este domingo, en el año del 150 aniversario de su nacimiento
Este domingo, 15 de octubre, el Papa publicará una carta sobre santa Teresita del Niño Jesús, coincidiendo con el año en el que se celebra el 150 aniversario de su nacimiento. «Estamos expectantes, no creo que el contenido pueda decepcionarnos», pronostica Marco Chiesa, carmelita italiano y postulador de la santa. Aunque la religiosa de Lisieux ya fue canonizada en 1927, él mantiene la tarea de custodiar sus reliquias y fue uno de los responsables de que el Papa rezara ante ellas en la plaza de San Pedro el 7 de junio. «Sin mostrarse intercedía por las misiones como un motor que, escondido, da a un vehículo la fuerza para ir adelante», dijo entonces Francisco sobre ella.
Desde Lisieux, el carmelita François-Marie Léthel también espera con ilusión el texto del Papa, «aunque no sabemos desde qué ángulo lo escribirá». Francisco ha contado con la colaboración de varios carmelitas para redactarlo, pero reina un absoluto silencio sobre quiénes son y sus aportaciones. Léthel explica que el Pontífice tiene una relación muy profunda con santa Teresita desde su infancia. «Junto a san José, es una de las santas a las que más quiere». Teresa posee una gran devoción en Iberoamérica en parte gracias a la novena de las rosas, una oración que arraigó especialmente en Argentina después de que la santa prometiera que desde el cielo pasaría su tiempo «haciendo el bien en la tierra».
El religioso francés fue uno de los impulsores de la proclamación de la santa como doctora de la Iglesia en el año 2000, una petición que Juan Pablo II hizo a los carmelitas después de que Georges Marie Martin Cottier, teólogo de la Casa Pontificia, insistiera al Papa polaco sobre su importancia. «A Juan Pablo II le gustaba que las cosas se hicieran rápido», recuerda Léthel. Menos de dos meses después, doce teólogos carmelitas le presentaron una tesis de casi 1.000 páginas donde explicaban «su doctrina, su lugar en la tradición viva de la Iglesia y su impacto en tantos santos y tanta gente».
«La santidad en las cosas pequeñas es un aspecto en el que ella insiste, que enamora de santa Teresita de Jesús: hacer bien las cosas cotidianas con cuidado, atención y desde lo oculto», opina Marco Chiesa. Considera esta visión «muy coherente con el Santo Padre». Por su parte, François-Marie Léthel señala que «el aspecto que el Papa subraya más es la esperanza, la confianza en la misericordia infinita de Jesús para la salvación de todos». Una apuesta que se trasluce, por ejemplo, cuando durante una visita a la parroquia romana de San Paolo della Croce en abril de 2018, Francisco aseguró al hijo de un ateo recientemente fallecido que su padre está en el cielo porque, a pesar de no creer, bautizó y educó a sus hijos en la fe.
«Santa Teresita del Niño Jesús murió a finales del siglo XIX, el siglo del ateísmo moderno y de autores como Marx y Nietzsche», recuerda François-Marie Léthel. Pero, a pesar de las convicciones de estos filósofos, «en Historia de un Alma cuenta emocionada cómo se siente hermana de los ateos, quiere sentarse a su mesa y reza con confianza por su salvación». Quizá el mejor ejemplo sea la peculiar relación que estableció con Enrico Pranzini, un triple asesino por el que rezó hasta el día de su ejecución. En sus textos lo describió como «mi primer hijo espiritual» y este, antes de ser guillotinado, en un gesto inesperado besó tres veces un crucifijo. «En nuestros países probados en la fe nos manda un mensaje fortísimo que habla siempre de Jesús y del amor», sentencia Léthel.