Rimsha, última víctima de la ley anti-blasfemia
Después de varios retrasos, la vista para estudiar la puesta en libertad bajo fianza de Rimsha Masih, la chica cristiana acusada de blasfemia en Pakistán, está prevista para mañana. La niña, menor de 14 años y con una discapacidad intelectual, lleva casi tres semanas en prisión, aunque las acusaciones contra ella son cada vez más débiles. El pasado domingo, el imán de su barrio de Islamabad, Khalid Jadoon, fue detenido, acusado de falsificar pruebas. Según algunos testigos, Jadoon incluyó, entre los papeles que Rimsha había recogido de la basura para encender el fuego en su casa, varias hojas de un libro que contiene fragmentos del Corán. Era —aseguran que dijo— el único modo «de expulsar a los cristianos del área». El supuesto sacrilegio de la niña desencadenó, a mediados de agosto, el ataque de una muchedumbre enfurecida y la detención de Rimsha.
Tras la detención del imán, el padre Emmanuel Yousaf, director de la Comisión Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal de Pakistán, ha afirmado que, «desde hace tiempo, los obispos y las minorías religiosas, los defensores de los derechos humanos, señalaban los abusos de la ley sobre la blasfemia. Ahora, esta tergiversación es evidente para todos». El caso de Rimsha, similar al de Asia Bibi, mujer condenada a muerte, ha despertado la solidaridad internacional y, más importante aún, dentro del país: ha servido —afirma el padre Peter Jacob, secretario ejecutivo de la misma entidad— para mostrar «la sensibilidad creciente de la sociedad civil, de los medios de comunicación y también de la comunidad musulmana» —el Consejo de Ulemas y otros dirigentes musulmanes han salido en defensa de la pequeña—. Y añade: «En Pakistán, se está dando una introspección sobre el significado y consecuencias de esta ley». Según Justicia y Paz, entre 1986 y 2010 más de mil personas han sido acusadas de blasfemia, en su mayoría musulmanes, aunque también un 13 % de cristianos —que son sólo el 2 % de la población—. De las personas acusadas, a 37 les ha costado la vida, en todos los casos a manos de radicales que se han tomado la justicia por su mano. Por tanto, la vida de Rimsha corre peligro. De momento, cientos de familias cristianas han huido del suburbio de Mehrabadi, donde vivía la niña con su familia —que permanece escondida—, por miedo a las represalias de los radicales islamistas.

Para erradicar el odio contra los cristianos, sin embargo, no basta con combatir la ley anti blasfemia. La Comisión Justicia y Paz ha analizado los libros de texto utilizados en dos provincias, y advierte de que muchos de ellos contienen ataques contra los hindúes y cristianos. En uno de los encuentros de oración en favor de Rimsha, el padre Pascal Pulus, provincial de la Orden dominica en Pakistán, ha exhortado a los fieles a «ser firmes en la fe, y orar para que haya menos odio y se construya amor y fraternidad en nuestro país».