«Rezar no es fácil, hay muchas dificultades», pero «los creyentes no apagan nunca la oración» - Alfa y Omega

«Rezar no es fácil, hay muchas dificultades», pero «los creyentes no apagan nunca la oración»

El Papa ha advertido de las distracciones, la aridez y la acedia a la hora de rezar. Ante ellas, ha recomendado perseverar

José Calderero de Aldecoa
Foto: Vatican News

El Papa ha dedicado la audiencia general de este miércoles a desenmascarar «algunas dificultades muy comunes, que deben ser identificadas y superadas», a la hora de hacer oración. Francisco ha partido de la idea de que «rezar no es fácil. Hay muchas dificultades».

La primera de ellas es la distracción. «Todos experimentamos este continuo remolino de imágenes y de ilusiones en perenne movimiento», ha reconocido el Santo Padre, que ha pedido combatir las distracciones con la virtud de la vigilancia.

«A menudo Jesús recuerda a los discípulos el deber de una vida sobria, guiada por el pensamiento de que antes o después Él volverá». Pero «no conociendo el día y ni la hora de su regreso, todos los minutos de nuestra vida son preciosos y no se deben perder con distracciones», ha explicado el Pontífice, quien ha calificado de «bienaventurados» a quienes el Señor «encuentre concentrados en lo que realmente importa».

Aridez inexorable

El Papa también ha advertido contra la aridez, que aunque «no sabemos cuáles son las razones» de su aparición –«puede depender de nosotros mismos, pero también de Dios»–, hay que ser conscientes de que es una realidad inexorable.

«En la experiencia de la fe» pueden «alternarse momentos en los que todo es fácil, mientras que otros están marcados por una gran pesadez». Esto hay que asumirlo, «el peligro es tener un corazón gris y eso es algo terrible […] El corazón debe estar abierto y luminoso».

Muerte del alma

La última dificultad contra la que se ha pronunciado Francisco es la acedia, a la que ha definido como «una auténtica tentación contra la oración y, más en general, contra la vida cristiana». Es más, «puede conducir a la muerte del alma».

Ante este peligro, ¿qué hacer?, se ha preguntado el Papa. Y acto seguido ha respondido: «El verdadero progreso de la vida espiritual no consiste en multiplicar los éxtasis, sino en el ser capaces de perseverar en los tiempos difíciles. Camina, camina, camina y, si estás cansado, detente y vuelve a caminar con perseverancia». «¡Los creyentes no apagan nunca la oración!».

Por último, el Pontífice ha recordado la figura bíblica de Job y ha explicado que, «a veces, protestar a Dios es una forma de rezar. Enfadarse con Dios también es una forma de oración». De la misma forma que «los hijos se enfadan con el padre». Dios no hará oídos sordos, sino que «recogerá nuestras expresiones más duras y más amargas, y las considerará como un acto de fe, como una oración».