«Yo quiero hablar de la vida», insistía Pau Donés en la entrevista con Jordi Évole. El cantante quiso aparecer en televisión para dar voz al último grito de su alma. Enfermo terminal de cáncer, pero obstinado en la existencia. Sin fe –dice él–, pero con una imperturbable creencia en la vida. Ni la evidencia de su marchitado cuerpo lograba aplacarle. En su grito de rebeldía hacía resonar las palabras de Unamuno: «Con razón, sin razón o contra ella, no me da la gana de morirme. Y cuando al fin me muera, si es del todo, no me habré muerto yo, esto es, no me habré dejado morir, sino que me habrá matado el destino humano. Como no llegue a perder la cabeza, o mejor que la cabeza, el corazón, yo no dimito de la vida; se me destituirá de ella».
Yo no conocí a Iria F. Silva, pero algo de esa rebeldía debió de incendiar su corazón para haber generado esa sublevación coral que es Enciende una luz. Palabras desde el cáncer (Lastura, 2021). «Déjame gritar vida, déjame dolerme muerte»: ella quiso un libro que pusiese nombre a ese silencioso clamor que incendia las venas de quien se niega a apagarse. «Cuando apagas la luz dentro de una habitación, siempre hay algo que mantiene la luminosidad». Las palabras son mecha para esa luz invisible: «He descubierto la importancia de las palabras; la importancia de lo inefable». Ellas abren espacio a esa «fuerza que no parece albergar un cuerpo como el suyo», porque es «como si el cuerpo hubiera decidido / tomar el atajo de lo invisible». «Mi geografía es más que este paisaje desolado».
Así se desvela «la verdadera esencia» humana: «Todo en ella es verdad y vida», y se embriaga su entorno de una «generosidad sin límites». Se lucha contra toda esperanza –«pedir vida y no tener futuro»– porque ese grito invisible dice una vida inagotable: «Sin miedo a nombrar tu vuelo / tu cáncer /para saberte siempre / […] tu permanencia». Se descubre que «tal vez lo mejor de la vida es darla, como un hijo, como el amor», porque entonces «uno no se va, permanece». Esa fuerza inextinguible que nos une a aquellos que amamos se ha apoderado de nuestra alma: «No te veo / …pero estás»; «sé que no estás / pero te nombran / todas las cosas». No somos mortales, aunque muramos. Somos esa resistencia contumaz que enciende una luz del destino eterno.
(El 100 % de la recaudación del libro irá destinado a proyectos de investigación contra el cáncer).