Rafael Zornoza: «A la porra el conformismo. ¡Tienes que evangelizar!»
El obispo de Cádiz y Ceuta, Rafael Zornoza, ha sido el principal ponente del ENE 2015, el Encuentro de Nueva Evangelización que se ha celebrado en Astorga y que ha reunido a 200 evangelizadores de 25 diócesis españolas (y la portuguesa de Coimbra), incluyendo 35 sacerdotes, numerosos seminaristas y formadores de seminarios y gran cantidad de laicos con responsabilidades eclesiales
En el ENE 2015, monseñor Zornoza, ha hablado sobre las Escuelas diocesanas de evangelización de su diócesis, Cádiz-Ceuta, que han servido para poner en cientos de personas el deseo de ser evangelizadores. En su ponencia principal el obispo se centró en definir los enemigos de la Nueva Evangelización y en ofrecer la ruta para vencerlos.
Enemigo: el conformismo
El gran enemigo, avisó Zornoza, es el conformismo. Coincide en esto con el padre Zanotti, el famoso cura evangelizador de Marsella, que ha publicado un librito llamado «Al diablo con la tibieza» que Zornoza recomienda (está editado sólo en francés: «Au diable la tiédeur»).
El obispo señaló que este conformismo entre sacerdotes y católicos en general mezcla individualismo, autopreservación, autorreferencialidad y endogamia, todo revuelto en una resignación y pasividad tóxica. De forma rotunda, proclamó: «Hay que decir a la porra con el conformismo, es nuestro peor enemigo». «A veces hablo con chicos que hacen skateboard en la plaza de la catedral», explicó el obispo describiendo su conversación.
—¿Has hecho la comunión? –les dice el obispo en cierto momento.
—Claro –dicen los jóvenes en la plaza.
—¿Y la confirmación?
—¿Y eso para qué vale? –dicen ellos.
—Hombre, pues para ser amigo de Jesús –responde el obispo.
—Es que en la comunión te dan regalos. Dígame usted alguien que haga la comunión para ser amigo de Jesús –le responden al obispo.
Zornoza da algunos datos que ha tomado del reciente libro de Scott Hahn en español La evangelización de los católicos, «que recomiendo porque es sintético, de sensatez apabullante, sencillo. Dice que un 52 por ciento de católicos practicantes piensan en Dios como una fuerza impersonal, sólo un 5 por ciento declara que ser católico implica ser un discípulo de Cristo. En Cádiz me dice alguno: Pues mi iglesia está llena en misa. Ya, tu pueblo tiene 20.000 habitantes y en tu parroquia está llena con doscientos. ¿Y el resto? Los niños hacen la comunión por primera y última vez. Los confirmandos prometen servir a Dios y al día siguiente desaparecen. Las cifras nos hacen pensar: realmente hay una crisis de fe».
Se requiere un «nuevo ardor»
El obispo pidió un ardor, el nuevo ardor por evangelizar que pedía Juan Pablo II, que le hace pensar en el San Francisco Javier de la novela El oriente en llamas, de Louis de Wohl, que veía arder el mundo y él ardía de ganas por llegar a la gente que necesita ayuda y salvación, como tantos santos…
Lamentó que haya quien critique la Nueva Evangelización y diga que es una moda, cosa de extranjeros, sólo una etiqueta… «Esos que critican siguen haciendo lo de siempre, pero luego ven que lo de siempre no funciona, y entonces se cansan y buscan echar la culpa a otros… que si los padres de familia, que si los otros curas, etc.», dijo el obispo de Cádiz.
«Estamos en un mundo nuevo, pero eso no debe paralizarnos. Imagínate que te mandan a un barrio de Pekín. ¿Qué haces allí para evangelizar? Pues no tienes ni idea, pero lo que sí sabes es que no te vas a quedar encerrado esperando a que vengan a ti, vas a probar cosas», puso como ejemplo.
Cuidado con las cuatro Ds
El obispo avisó de que hay que combatir «las cuatro D: depresión, desmotivación, desafección y desconfianza. La desafección es falta de amor a la Iglesia, porque sin amor a la Iglesia es difícil evangelizar. Son esas posturas constantes de crítica negativa, maledicencia, politiqueo… Por eso Francisco predica muy a menudo, casi con empeño personal, contra el chismorreo».
Zornoza habló luego de su vicario general «que no creía en estas cosas de la Nueva Evangelización, pero acudió al ENE y a encuentros a conocer más, y cambió completamente». Por eso, pidió «una metanoia –cambio de mentalidad, conversión- y también penthos, que es la palabra griega que habla de conversión permanente, con compunción, a veces con lágrimas… y corrección de rumbo».
El ardor que quiere lo ve en el cura amenazado de muerte de la película Calvary: «ese cura se mete en todos los fregados, habla con un médico ateo, con la gente de la gente de la taberna, le incendian la iglesia… En cierto momento este cura dice a su vicario tibio y metódico: Habría sido usted un perfecto contable en una compañía de seguros. El protagonista es un cura que ha de dar la vida por Cristo y sus ovejas, con ardor».
Conversión, ardor, discípulos, comunión
Evangelizar en esta época, enumeró el obispo de Cádiz, requiere 4 elementos:
1– Conversión: nadie será evangelizador sin entregar su vida a Cristo
2– Ardor, celo y pasión: no basta con mejorar la organización, el activismo o el marketing.
3– Ser discípulos misioneros… y eso requiere discipulado.
4– Hace falta comunión con la Iglesia, entre los hermanos: la nueva evangelización «no la pueden hacer francotiradores. Pero por desgracia hay hoy una gran crisis de acompañamiento en la Iglesia». El obispo animó a sacerdotes y laicos a «esforzarse en el bien posible, todo el bien posible, con generosidad. ¿Ir a los drogadictos es exagerado? Depende… ¿no te pone Dios esa pasión insistente en tu corazón? Si lo pide Dios, ¿no será posible que hagas ese bien?».
Animó a dar fruto sin buscar relumbre, como el almendro, «que florece sólo 15 días y el resto del año es bastante feo, sí… pero da muchas almendras». Exhortó a «ser pastores, no gestores. Necesitamos comunidades vivas, aunque sean pequeñas, porque la comunidad viva atrae a la gente».
Y añadió: «Para evangelizar se requiere también una visión, para saber, en grupo, hacia dónde queremos ir. Los grandes trabajos se hacen por la perseverancia, que requiere pasión. Pedro y Juan dicen: no tengo ni oro ni plata, pero lo que tengo te lo doy: amigo, echa a andar. Y Kempis decía semper incipe: empieza de nuevo, vuelve a empezar».