Quien me ha visto a mí ha visto al Padre - Alfa y Omega

Quien me ha visto a mí ha visto al Padre

Sábado de la 4ª semana de Pascua / Juan 14, 7‐14

Carlos Pérez Laporta
Ilustración: Freepik.

Evangelio: Juan 14, 7‐14

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto». Felipe le dice:

«Señor, muéstranos al Padre y nos basta». Jesús le replica:

«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.

En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre. Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».

Comentario

No ha habido un hombre como Jesús, y no hay obras superiores a las suyas. Porque Él era Dios y hombre: «Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. […] Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí». En su humanidad habita la plenitud de la divinidad. Por eso no hay nadie que pueda igualarle, y mucho menos superarle.

Entonces, ¿cómo puede ser que diga Jesús que haremos obras mayores? «En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre. Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré». La grandeza de las obras de la que habla Jesús no está en las obras en sí, sino en lo que se muestra en las obras. Lo grandioso de las obras de Jesús no estaba en el aspecto cuantitativo de los milagros, o en la erudición superlativa de sus discursos. Sino que en ellos se manifestaba el Padre: el Padre está en Jesús, y hace las obras con Él. Pero que eso suceda en Jesús es menor respecto de lo milagroso que es que eso mismo suceda en nosotros: que por la resurrección Cristo se manifieste en su Iglesia, que Dios aparezca en nuestra vida carnal, es mucho más difícil que la revelación de Dios en Jesucristo. Por nuestra pequeñez, la revelación de Dios en nuestras obras aparece como más grande, que la revelación en Jesucristo. Porque nosotros somos nada, comparados con Él: nuestras obras son en sí menores, pero precisamente por ello son más milagrosas y mayores si logran mostrar a Dios.