Proclamad el Evangelio a toda la creación - Alfa y Omega

Proclamad el Evangelio a toda la creación

Jueves de la 4ª semana de Pascua. San Marcos, evangelista / Marcos 16, 15‐20

Carlos Pérez Laporta
'San Marcos'. Mosaico en el Santuario Nacional de Santa Isabel Ana Bayley, Emmitsburg, MD, Estados Unidos
San Marcos. Mosaico en el Santuario Nacional de Santa Isabel Ana Bayley, Emmitsburg, MD, Estados Unidos. Foto: Lawrence OP.

Evangelio: Marcos 16, 15‐20

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los once y les dijo:

«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.

El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado.

A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos». Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios.

Ellos se fueron a predicar por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.

Comentario

De Marcos solo tenemos este Evangelio. Nada más nos ha llegado de su mano. Ni cartas, ni doctrina, si reflexiones o diarios. Sólo se ha conservado este evangelio, si es que escribió algo más para la historia. Este, además, es el más breve de todos los evangelios. No quiso adornos, ni frases complicadas. Tampoco quiso narrar nada de la vida privada de Jesús. Apuró la vida pública de Jesús en unas pocas palabras. Es como si sólo hubiera querido legar a la posteridad una síntesis, fácil de leer y de transmitir. Es como si el fruto de toda su vida, de todas sus reflexiones, de todas sus experiencias fueran sólo estos tres años de la vida de Jesús y, sobre todo, su muerte y resurrección: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación». No había para Marcos mucho más que decir. La Buena Nueva, el Evangelio, la salvación. «El que crea y sea bautizado se salvará».

No es que no viviera nada más. Pues él mismo pudo ver la historia de los años de que «Jesús fue llevado al cielo». Vio como «ellos se fueron a predicar por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban»; vio echar demonios, hablar nuevas lenguas, sanar enfermos. Todo aquello era impresionante. Pero no parece haber querido consignarlo para la historia. Todo aquello no era más que la confirmación de aquella historia. Muchas más cosas podían contarse, pero todo al final redundaba en lo mismo: Cristo. Por eso, con hablar de Él tuvo más que suficiente.