«¿Qué tal el verano?» - Alfa y Omega

«¿Qué tal el verano?». Esta es la pregunta que muchos hacen estos días de septiembre, también en los pasillos de nuestro Seminario Conciliar de Madrid. Son variadas las experiencias vividas y compartidas por nuestros seminaristas: algunos han estado en las parroquias durante estos meses; otros, en los cementerios y tanatorios, siendo testigos de Cristo resucitado, orando por los difuntos y acompañando a sus familiares; otros han servido en distintas tareas diocesanas; otros han acondicionado nuestro seminario, restaurando la capilla, pintando habitaciones para los nuevos compañeros, acondicionando la huerta… Encuentros pastorales y familiares que son motivo de alegría y de gran enriquecimiento.

Ahora iniciamos un nuevo curso con incertidumbres, unidos a tantos hermanos en esta pandemia que nos azota y que nos hace tener que discernir constantemente el modo y la manera de poder convivir como una verdadera familia, asumiendo responsablemente las limitaciones y restricciones propias de este tiempo. Pero lo hacemos con la certeza de que Dios es fiel y acompaña siempre la suerte de su pueblo, que su misericordia nos alcanza y que su empeño por hacer partícipes a los hombres de su salvación es permanente. Es esta experiencia la que seguimos contemplando y reconociendo en nuestro seminario, donde un centenar de hombres acogen la invitación del Señor a seguirle, a hacer de sus vidas una ofrenda agradable y una entrega solícita en favor de sus hermanos.

Este año lo hacemos acogiendo el nuevo Plan de formación sacerdotal. Normas y orientaciones para la Iglesia en España, aprobado por la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal el pasado año. Nos sitúa en la necesidad de formar pastores misioneros en nuestras diócesis, al servicio del pueblo de Dios y de toda la humanidad. Una formación que debe estar marcada por cuatro notas esenciales: única, integral, comunitaria y misionera.

Recibimos gozosamente esta misión para bien de los hombres y, como sabemos que es tarea de toda la Iglesia, os invitamos a dar gracias a Dios con nosotros y a orar al dueño de la mies para que siga enviando obreros a su mies. Vuestra oración y colaboración en la formación son imprescindibles para que quienes hemos recibido el don de la vocación sacerdotal podamos ser verdaderos testigos de la Misericordia y de la salvación de Dios. El seminario necesita de ti.